Ayer, el gobierno británico ha conseguido, con un voto disputado de 323 contra 302, la aprobación del parlamento de Westminster para la introducción de un pago de matrícula para estudiar en la universidad. Con este voto, introducirán un cobro a los graduados por estudiar en la universidad, cargo que acumula durante los estudios y que se pagará a lo largo de la vida laboral si los sueldos de los graduados superan un nivel mínimo establecido. Si los sueldos futuros no superan este nivel mínimo, la obligación de pago no será efectiva.
Para fomentar este programa el gobierno británico ha creado una página web que explica en detalle lo que piensan hacer y comentan los mitos que han surgido en este debate. Estos mitos resumen las preocupaciones principales de los estudiantes y de sus familiares y explican en cada caso por qué la nueva política no es el fin del mundo para los que quieren estudiar en la universidad y, muy especialmente, no es el fin de las esperanzas de universidad de los más pobres.
Los mitos del debate que destacan y que explican son los siguientes:
- No tengo 9.000 libras y, por lo tanto, no podré ir a la universidad.
- No podré repagar la deuda.
- Estaría mejor con el sistema actual.
- Estaré pagando la deuda para siempre.
- Los costos de matrícula universitarias no son justas.
- Los pobres no podrán acudir a la universidad.
- Los padres no pueden permitirse estos costes.
- La enseñanza empeorará.
- Las universidad se empeorarán.
Estos son los típicos argumentos en contra de este tipo de medida que se verían en cualquier lugar que contempla una introducción similar y es bueno que se hablen de ellos.
En estas páginas he argumentado muchas veces del problema del abandono escolar, pero hay que diferenciar entre el abandono escolar de la escuela, el abandono de los universitarios y la falta de estudiantes universitarios. Que España esté entre los líderes en jóvenes inactivos, como ya he comentado en estas páginas, no quiere decir que subvencionar la educación universitaria indiscriminada sea la solución.
Suena mal cobrar a estudiantes por seguir con sus estudios pero hay varias razones por qué hay que considerar este tipo de camino.
En situación de limitados recursos económicos, todo gasto debe ser reconsiderado y debe ser re-justificado, o no. Gastos a fondo perdido porque si para que cualquiera pueda ir a la universidad no necesariamente se pueden justificar, incluso en tiempos de boom.
Hemos hablado varias veces en estas páginas del impacto sobre los ingresos futuros de los graduados y, aunque hay muchos mileuristas entre los graduados en estos momentos complicados, no siempre será así y, por otra parte, las limitaciones de sueldo mínimo necesario antes de entrar la obligación de repago evita que los más pobres tengan que repagar deudas pasadas.
No veo por qué los que se benefician del sistema universitario, y empiezan a cobrar bien en su carrera profesional, no tengan la obligación de devolver a la sociedad algo de los beneficios recibidos. Tampoco veo que los más pobres en general deban cubrir gastos de educación para personas que, en el futuro, se beneficiarán de esa inversión social. El argumento de que este tipo de medida va en contra de los pobres es exactamente lo contrario, ya que es la sociedad en general la que tiene que cubrir estos gastos ahora, ricos y pobres, y sólo se está diciendo que, a los que les ha ido bien y viven mejor, que contribuyan algo más.
El debate puede mantenerse sobre cuánto hay que devolver, cuándo hay que devolver, y en qué nivel de sueldo debe entrar la obligación de devolver, pero el principio de devolver a la sociedad lo que te ha dado si te sale bien es un buen camino a seguir.
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Vídeo | Guardian (en inglés)