Un debate en torno al Euro y la razón de su supervivencia sostienen en The Economist los economistas Martin Feldstein y Charles Wiplosz, quienes reflexionan sobre la delicada situación de la moneda europea recordando que en sus inicios, en 1992, y antes de que se secara la tinta de los tratados de Maastricht, ya constituía un gran botín para los especuladores. La delicada situación de la moneda única alienta la sed de los depredadores. Por ello es relevante que Alemania intente cortar el paso a las maniobras especulativas, demostrando que el Euro es un proyecto aún en construcción y que sus vacilaciones existenciales lo fortalecen. De ahí poco importa la humillación de quedar al descubierto con la crisis griega. Cualquiera sea la magnitud del descalabro, habrá tiempo para sincerar las cuentas y ordenar la casa.
Martin Feldstein recuerda que hace más de diez años advirtió que el euro podía generar falsas expectativas en Europa.Estas podrían terminar acarrendo conflictos que fragmentarían a la zona del euro. Sus advertencias apuntaban a que países como Grecia perderían competitividad. Y la única manera de recuperar la herramienta del tipo de cambio que sacrificaban, sería forzando a la baja los salarios nominales. Para Feldstein, la creación del Euro es un claro ejemplo en el cual la política no le hizo caso al buen sentido económico. Su opinión es que los costos del ajuste fiscal griego serán tan fuertes, que los políticos deberán buscar otras soluciones, es decir, dejar el Euro. Si los griegos, y otros países en situaciones parecidas, abandonan el Euro, podrían solucionar sus problemas de competitividad devaluando en lugar de bajar salarios. Esta tentación de abandonar el barco posee todos los beneficios típicos del corto plazo. Es la opción de quienes apuestan a la caída del euro y a la desintegración de la UE.
Para Charles Wiplosz, por el contrario, sería un desastre para Grecia abandonar el Euro porque, al depreciarse el dracma, la deuda en euros se haría demasiado pesada, llevando a la bancarrota a todo el sector privado griego, tanto familias como empresas. A Alemania tampoco le conviene salir del Euro, ya que el nuevo marco alemán se apreciaría abruptamente, arruinando la recuperación proveniente de su sector externo. Y eso sin hablar de los tremendos costos que tendría reconvertir el sistema actual a 16 nuevos sistemas monetarios. Aunque reconoce que el Euro está en crisis y que los políticos europeos no han estado a la altura de las circunstancias, Wiplosz apuesta a la supervivencia de la moneda europea.
Al margen de la volatilidad que reina en los mercados, los países europeos requieren resistir juntos esta nueva tormenta financiera. Por ello son valiosas las apreciaciones de Elizabeth Denison en el post de Onésimo La crisis reforzará el Euro, no lo destruirá, en el cual se señala la necesidad de transparencia y coordinación financiera para la zona euro. Es insólito que a casi tres años de iniciada la crisis, sólo ahora se sepa que hay deudas por 2,16 billones de euros, princialmente en manos de España, Grecia y Portugal. Una deuda que es mayoritariamente privada y que es la principal causa de las últimas jornadas de pánico financiero.
Por eso habrá que olvidarse de las bolsas. Y las políticas deberán orientarse a imponer la más implacable mano dura a la especulación bursátil, para destinar todos los esfuerzos a la creación de empleo, el único camino que permite un retorno a la normalidad. Como siempre, sólo el trabajo permite pagar las deudas, por cuantiosas que éstas sean. Así ha sido siempre. El resto, son sólo cuentos infantiles.
Más información | The Economist”, Finanzas.com
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