Desde los bancos de inversión a las Cajas de Ahorro, en todas partes cuecen habas

La crisis subprime trajo estos lodos. Recuerdo que en las clases de finanzas (en las que por vago no mostraba mucho interés, cosa de la que ahora me arrepiento), me explicaron que el objetivo real de toda empresa era maximizar el valor final de los accionistas, y que esto era posible con un nivel adecuado de apalancamiento. Es decir, la empresa podía llegar a endeudarse hasta un cierto nivel, en el que lo que estaría haciendo sería crear valor para el accionista y la empresa. Puede parecer que hay ciertas dosis de contradicción en la afirmación con la palabra deuda, pero realizado el análisis y el modelo, las empresas podían llegar a un determinado rango de endeudamiento sin sufrir graves consecuencias y creando valor.

Comento esto porque el problema de Lehman Brothers, a la que Barclays ha dado un boca a boca que la mantiene aún con vida, viene motivado por el endeudamiento adoptado, pero no por ello en sí, si no porque la gestión de la empresa ha sido nefasta, asumiendo unos riesgos sin prever la caída. La cuestión es que Lehman Brothers no es el único banco de inversión que está en apuros, otros están viendo las orejas al lobo: Merril Lynch ha sido comprada por Bank of America, para convertirse en un grupo parecido al que creo Citigroup cuando compró un banco de inversión, y del que ahora no tendría reparos en deshacerse; Goldman Sachs ha visto caer sus ingresos a la mitad presa del pánico del Wall Street; Morgan Stanley busca una fusión con Wachovia; en el R.U., Lloyds y el Halifax están en conversaciones para su posible unión en una única entidad; y mientras tanto, Washington Mutual está buscando comprador, de manera desesperada, entre una serie de candidatos en los que se postula el Santander. Visto esto último, ¿cómo pintan las cosas en España?

El ejemplo lo tenemos en los resultados de las 45 Cajas de Ahorros que operan en nuestro país, entre las que hay algunos que están empezando a dar síntomas febriles. La CECA anunció que el beneficio semestral de las cajas registró en el pasado semestre su primer descenso en seis años. Una caída del 3,7%. Lo que sucede es que los datos de la CECA compensan los resultados entre las distintas entidades, ocultando que haya seis cajas que han reducido su beneficio más de un 30% en el mismo periodo de tiempo, doblando en algunos casos sus provisiones, y sintiendo el agua al cuello. Entre las cajas cuyos resultados son más alarmantes están Caja Castilla La Mancha, CajaSur y Caja Granada.

Y por si no fuera poco, a Caja Granada le ha explotado un pufo importante en la cara. Ha despedido a cinco directivos del área de Madrid porque habían concedido unos créditos hipotecarios de difícil recuperación, motivando un incremento de la morosidad en estas sucursales hasta alcanzar el 16%.

Esto último puede servir de ejemplo para mostrar los riesgos que las entidades y los directivos de las mismas corrían cuando de alcanzar el mejor resultado posible se hablaba, independientemente del endeudamiento que se asumiera. Se miraba el posible negocio, no el posible colapso, ni el miedo presente.

Primero fue el sector inmobiliario, ahora es el sector financiero, ¿y el siguiente? Por cierto, ya se empieza a insinuar en ciertas emisoras que las conversaciones para posibles fusiones entre Cajas de Ahorro empiecen a tomar formas. Algo fácil de intuir dado el enorme número de entidades financieras que tiene España. Veremos quien sobrevive. Y encima, la consultora que se encargó de liquidar Arthur Andersen abre delegación en España para ayudar a empresas en crisis. El enfermo empieza a no tener buena pinta. Y siguen apareciendo noticias cuando menos inquietantes.

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