Llevábamos toda la mañana esperando a que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, se pusiera delante de las cámaras y confirmase si finalmente habrá o no compra de bonos. La hora de la verdad ha llegado y Draghi se ha mostrado inflexible con la postura que lleva semanas manteniendo: el BCE sólo comprará bonos de los países en problemas (España e Italia) si estos piden el rescate.
La condicionalidad impuesta por Draghi no sorprende a nadie. Si un país quiere acogerse al programa de compra de bonos deberá pedir ayuda formal al fondo de rescate y a cambio Bruselas le impondrá unas condiciones macroeconómicas como contrapartida, es decir, nuevos ajustes que harán que ni el rescate ni la compra de bonos sean gratis. Se sabe además que las compras serán de bonos de uno a tres años y no se establecen límites de cantidad.
Draghi ha explicado también que el BCE acepta no tener prioridad de cobro. Esto significa que si un Estado tuviera problemas para devolver el dinero a sus acreedores, el BCE no exigirá ser el primero en recuperar su inversión. Además, no se utilizarán nuevos recursos para realizar estas compras, sino que se utilizaría el capital que ya circula en el mercado, con lo que esta medida no traerá consigo inflación.
Esta reunión del Banco Central Europeo había levantado mucha expectación ya que se producía en pleno recrudecimiento de la crisis. Coincide, además, con la reunión que en estos momentos están manteniendo nuestro presidente, Mariano Rajoy, con la canciller alemana, Ángela Merkel, lo cual sin duda no es fruto de la casualidad. La conclusión que sacamos es clara: las líneas del plan maestro para salvar al euro y a España ya están trazadas. ¿Cuál será el próximo movimiento?
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Imagen | European Parliament