El turismo en Cuba ya no es lo que era. Las estadísticas así lo afirman: el número de visitantes a la isla se viene reduciendo en los últimos años a un ritmo bastante notable. La ocupación hotelera apenas llega al 50%. El régimen cubano apunta a causas externas (claro). Desde fuera, se aprecia una degradación cada vez mayor en la gestión del sector, una de las claves del sostenimiento económico del país en las últimas décadas sobre todo a partir de la desaparición de la Unión Soviética.
Sin embargo, creo que por encima de razones concretas (que si el precio del petróleo, que si las restricciones norteamericanas, que si la gestión turística intervenida por los militares, que si la situación monetaria...), lo que subyace en este declive es la propia degradación del régimen y la inminencia de un cambio en la situación política del país. Para bien o para mal, durante décadas Cuba ha sido gobernada por Fidel Castro, en un régimen personalista hasta el extremo. Dejando al margen todo lo demás, esa situación proporcionaba estabilidad. Sin embargo, la era Castro se acerca a su fin, si es que no ha terminado ya. Es cuestión de tiempo, Castro no vivirá para siempre, y cuando él no esté es irremediable que el país cambie. ¿Hacia dónde? No se sabe. Pero la Cuba de Castro no puede seguir siendo la misma sin Castro.
Y esta situación de inestabilidad e incertidumbre no es la mejor para centrarse en la mejora de un sector económico. Tampoco, para qué nos vamos a engañar, es el escenario ideal para que un turista decida pasar un mes en Cuba. Mucho me temo que Cuba va a pasar una larga temporada de inestabilidad hasta que haya un nuevo régimen (del tipo que sea) capaz de dar un cierto grado de certidumbre a todos los implicados en este sector y, en realidad, en todos los demás.
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