La seña de identidad de empresas como Airbnb, y por la que son el reclamo de millones de personas, son sus precios económicos. Presentarse como una alternativa mucho más económica a los clásicos hoteles fue aquello que les llevó a situarse como una plataforma muy demandada por los usuarios.
Sin embargo, a partir de la pandemia vivida del Covid-19, la situación de este tipo de empresas parece haber cambiado y con ello también sus precios, algo de lo que los clientes son testigos a diario. Ahora los usuarios están pagando mucho más por los mismos servicios que antes de la crisis sanitaria pero, ¿a qué se debe?
Si atendemos a los precios que maneja Airbnb, observamos como los precios son cada vez más elevados. Por momentos resulta más caro alojarse en alguna de sus viviendas turísticas y esto es algo de lo que los clientes se quejan.
Las cifras de Airbnb
La compañía que fuera fundada en el año 2008 por Brian Chesky, Joe Gebbia y Nathan Blecharczyk en San Francisco (California), registró en el año 2020 un total de 79,7 millones de noches y experiencias entre los meses de julio y septiembre. Esta cifra, aunque importante y abultada, refleja un 7% menos respecto a los mismos periodos del año 2019.
Sin embargo, a pesar de este descenso lo cierto es que los clientes de estos apartamentos pagaron un precio más alto por cada una de las estancias con el consiguiente beneficio para la empresa.
Dicho de otro modo, la empresa estadounidense necesitó 86 millones de reservas en el tercer trimestre del año 2019 para ingresar 1.646 millones de dólares, mientras que en el año 2020 necesitó menos de 80 millones para facturar 2.200 millones de dólares. Esto se debe a las tarifas impuestas por la empresa turística y es que cuando la tarifa diaria para una estancia era de 149,15 dólares en 2021, en el 2020 era un 15% menos y en 2019 un 33% menos.
En 2022, los ingresos por vivienda alquilada subieron hasta un 53% en algunos casos, como por ejemplo en la Costa del Sol, Costa Blanca o las islas españolas, donde la media de ingresos se sitúa en los 2.500 euros mensuales. En Palma de Mallorca por ejemplo, de pagar 3.000 euros se ha pasado a los 4.600 euros.
El crecimiento de Airbnb
Desde su creación, la plataforma de alquiler turístico no ha parado de crecer. En la actualidad está presente en más de 100.000 ciudades de más de 220 países y llega al público gracias a sus más de siete millones de anuncios. En consecuencia, las ciudades más turísticas por excelencia han sido objeto de la presencia cada vez más de estos tipos de viviendas, llegando a una media de 18,1 plazas de viviendas turísticas por cada 100 habitantes, y donde el crecimiento en este tipo de viviendas fue en el tercer trimestre de 2021 de un 34,5%.
Antes de la pandemia, en las principales ciudades españolas existía 361.373 plazas en diferentes modalidades de VUT (306.935 en vivienda entera, 53.730 en habitación individual y 708 en habitación compartida) comercializadas a través de las dos principales plataformas del mercado (Airbnb y Vrbo de Expedia4 ). La cifra suponía la misma capacidad que la de los hoteles (381.280) y por encima de los apartamentos reglados (45.483).
Con la llegada de este nuevo alojamiento turístico, las principales ciudades españolas han visto como sus cifras han aumentado. Han pasado de disponer de una oferta total de alojamiento turístico de 346.921 plazas en 2010 a 788.136 en 2019, explicando las VUT el 82% del crecimiento de esta capacidad alojativa.
Los problemas a los que Airbnb se enfrenta
Si de algo somos conscientes en la actualidad es de la dificultad del mercado inmobiliario en general y de los alquileres en particular. El panorama actual refleja el desequilibrio que vive este sector, y es que la demanda es muy alta y cada vez más escasean los pisos para alquilar.
A esto le debemos sumar ahora la subida general de los precios que no ha hecho más que empeorar la situación, y es que encontrar alquileres a buen precio es toda una odisea. Las plataformas de alquileres turísticos también se enfrentan a esta problemática.
El objetivo al frente parece ser el de obligar a las ciudad a que las viviendas destinadas a turismo vacacional no superen el 2% de los habitantes en cada barrio, para que encontrar vivienda resulte más fácil y económica.
Ante el auge del mercado y la evolución de los precios, muchas ciudades han decidido poner freno mediante medidas regulatorias y fiscales. En este sentido, Portugal ha hecho oficial la prohibición de la concesión de nuevas licencias para alquileres de tipo vacacional de corta duración, con el fin de poder hacer frente a la crisis inmobiliaria que atraviesa el país.
Destacan en nuestro país las implantadas en Barcelona aplicadas sobre la inspección y control de estas. De esta manera en la ciudad condal es obligatorio registrar cualquier vivienda que se vaya a ofrecer como alojamiento turístico. Por su parte, el Ayuntamiento de Madrid, aprobó en el año 2019 el Plan Especial de usos de Hospedaje (PEH) con el fin de preservar el uso residencial del centro y controlar las actividades derivadas del hospedaje turístico.
Estos son algunos ejemplos en España, pero más allá de nuestras fronteras, nos encontramos con otros claros ejemplos como Nueva York, donde la nueva ley exige a los anfitriones registrar su propiedad demostrando para ello que residen en dicha vivienda. Su incumplimiento podrá acarrear multas que van desde los 1.000 a los 5.000 dólares.
Lo que es claro y evidente es que Airbnb llegó al mundo del turismo como una alternativa barata y eficiente a los alojamientos, pero la empresa ahora trata de mejorar su rentabilidad de todas las formas posibles. Ahora con la subida de precios el panorama se presenta confuso y es que si las tarifas ya no resultan interesantes para los consumidores estará por ver su futuro en el mercado.