Hoy hemos amanecido con la noticia de una huelga de taxis en Madrid por el intrusismo laboral que sufren en Madrid, especialmente en el aeropuerto de Barajas. Personalmente me parece muy bien que protesten, están en su derecho, pero como siempre que hay huelgas de servicios públicos se ha montado una buena: atascos, el aeropuerto bloqueado y piquetes para quienes no secundaban la huelga. Llamar la atención de la gente de esta forma me parece digno de mafiosos, pero no nos centremos en los incidentes y sí en las causas.
Resulta, como podemos ver en el reportaje de Telemadrid, que cada vez más gente va al aeropuerto para hacer de taxista pero sin tener licencia. En el reportaje argumentan que cobran más caro que los taxis oficiales, pero yo lo dudo mucho. Si de verdad les están quitando el 30% de los viajeros debe ser porque cobran más barato.
Es cierto que si no tienes licencia, no pagas impuestos y no tienes un seguro especial los costes son menores y por tanto la competencia es desleal. Pero tengo la impresión de que hay más margen para rebajar las tarifas. Ya lo he comentado por aquí alguna vez, los precios regulados de los taxis en España hacen imposible la competencia, y en otros países de Europa existen empresas privadas que con competencia abaratan estos servicios.
Sin ir más lejos, en Londres tenemos los taxis oficiales, pero por Internet se pueden contratar servicios de recogida en aeropuerto que son mucho más baratos. Y de forma completamente legal. La competencia es buena para el consumidor.
Hoy estoy relativamente de acuerdo con los taxistas, las administraciones no pueden permitir que haya gente que haga de taxista sin tener un seguro de transporte público, sin pagar impuestos, sin licencia y sin inspecciones. Lo que tendría que hacer es desregular el servicio para que la gente que quiere prestar un servicio de menor precio pueda hacerlo legalmente. Aunque tengo la impresión de que en este último punto los taxistas no están de acuerdo conmigo, ¿verdad?
En El Blog Salmón | Es hora de liberalizar los taxis
Vía | El País