El boicot que está sufriendo el cava en el mercado español ha supuesto para Freixenet una mayor apuesta por el mercado exterior, una clara intención de consolidar su posición en Centroeuropa mediante sociedades mixtas y la firme decisión de seguir invirtiendo en publicidad.
Pedro Ferrer, consejero delegado del grupo, ha explicado que el primer año del boicot tuvo un efecto fue muy reducido porque llegó cuando la campaña navideña estaba ya muy avanzada. Sin embargo, Freixenet espera que este año, con la prolongación que ha supuesto la tensión política que ha generado la presentación de la propuesta del nuevo Estatuto, las consecuencias puedan ser peores. De cualquier forma, el asunto del Estatuto catalán no tendrá un impacto dramático para una compañía como Freixenet que en más del 80% depende de los mercados internacionales y que se plantea aumentar su cuota en Japón y desembarcar en China. Baste con citar que las ventas en Asia están subiendo un 46% y que el incremento de ventas en Japón ha sido de un 47,8%.
Vaya por delante mi más sincera y expresa condena a este boicot absurdo, fruto y consecuencia de una crispación absurda que está viviendo la clase política y que está empapando a la ciudadanía, provocando en algunos estas iniciativas sin sentido.
Sin embargo, traigo aquí esta noticia porque creo que puede ser digna de ilustar como ejemplo para cualquier escuela de negocios, cómo debe reaccionar la dirección de una compañía ante coyunturas y movimientos ocurridos en el ecosistema en el que desenvuelve su actividad.
Insisto, el boicot en sí mismo es una acción triste y lamentable, pero quizás sin el boicot, una compañía como Freixenet no hubiera pisado el acelerador en sus exportaciones. Sin duda alguna, la compañía ha sabido interpretar muy inteligentemente una amenaza y ha sabido transformarla en oportunidad.
Vía | El Mundo