La responsabilidad social por el futuro


Si hay un tema que debiera estar claro para ese 1% de quienes se interesan por la economía del mundo es que quedó al descubierto el absoluto desorden de las finanzas globales. A río revuelto, ganancia de pescadores, dice el lema, pero aquí hubo algunos que lo revolvieron aún más, para atrapar a la gran presa. El registro histórico es concluyente: la confianza da paso a la euforia; y la euforia precede a la irracionalidad que está solo a un paso de la “exuberancia irracional”, tras lo cual viene el abismo del miedo, el pánico, la caída sin fondo. Nietzsche describió que nuestra efímera vida se equilibra en esa cuerda que va del hombre al superhombre, solo que la cuerda pende en el abismo.

Claro que Nietzsche no entendió que vivimos junto a otros y que somos totalmente sociables, y que no necesitamos caminar al borde del abismo para que toda nuestra realidad se quiebre, se fisure, se rompa en mil pedazos. Nietzsche tiene el gran pecado de ser uno de los precursores del feroz individualismo, aquello que la teoría microeconómica llama el Robinson Crusoe, que sólo vive por sí y para sí, con todos los recursos para sí mismo.

Es muy probable que la famosa teoría del Robinson Crusoe, que, por cierto, jamás estuvo en la idea de Daniel Defoe, pase a ser uno de los elementos desterrables dadas las nuevas ecuaciones que intentan crear un equilibrio más acorde a la “teoría de los sentimientos morales” de Adam Smith. Esta obra, curiosamente, ha pasado a perfilarse como una suma algebraica de los requisitos requeridos para maximizar el bienestar social.

Si bien Adam Smith escribe en contra de la tiranía que promueve Thomas Hobbes en El Leviatán, ambos autores están a favor de que el capitalismo se basa en la capacidad del poder del Estado para imponer control sobre los excesos de codicia y los abusos de la influencia que pretenden generar algunos personajes marginales.

El punto es que estos personajes marginales adquirieron sorprendente arrogancia para convencer al mundo de que el consumismo excesivo era la vía y que el ahorro no tenía sentido. Así se criticó a China y hasta se pusieron en tela de juicio las libertades individuales por no participar del patrón de consumo occidental, cuando lo que correspondía era mirar que se estaba ampliando enormemente la brecha de desigualdad en una era de prosperidad sin precedentes que pudiendo mejorar la calidad de vida de todo el mundo, lo hizo sólo para algunos.

Es probable que ahora se pueda construir una visión compartida de un orden económico mundial en la cual la dinámica del mercado sea capaz de establecer equilibrios entre las personas, las empresas, el gobierno y la responsabilidad social innovadora. La responsabilidad social innovadora tiene un rol importante que cumplir, y más aún, frente a la actual crisis financiera y social que ha vulnerado todos los principios.

Image | Jody Art

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