Corren malos tiempos para la libre circulación de personas en la Unión Europea (UE). Francia y Alemania han sido los primeros países en cuestionar la viabilidad del Tratado de Schengen, uno de los grandes hitos en la construcción de la UE. La crisis económica ha impulsado que estos países intenten restablecer el control interno de sus fronteras 17 años después. El proteccionismo vuelve a escena con el fin de acotar la libertad de movimientos. ¿Una nueva medida anticrisis o el principio del fin de la unidad en la UE?
La idea de franceses y alemanes consiste en restablecer los controles fronterizos internos de forma provisional mientras dure la crisis para el caso de los países del espacio Schengen que no consigan atajar el flujo masivo de inmigrantes. Defienden, además, que la decisión de aplicar estas medidas debe corresponder a cada país y no a la Comisión Europea, ya que son medidas de soberanía nacional para prevenir las amenazas a la seguridad y al orden público.
Recordemos que el Tratado de Schengen se firmó en 1985 y entró en vigor 10 años después. Su objetivo era acabar con los controles de fronteras entre los países de la UE facilitando la movilidad de movimientos de las personas entre los estados miembros. No se incluyen en la zona Shengen países como Bulgaria, Chipre y Rumanía.
Si bien Schengen representó uno de los pilares básicos en la construcción de la Comunidad Europea, su abolición podría suponer justamente lo contrario: el principio del fin de una UE que no atraviesa sus mejores momentos. La crisis en Europa, con el paro desbocado en algunos de sus países miembros, ha despertado un flujo migratorio de personas que buscan una segunda oportunidad fuera de sus países de origen y que para Francia y Alemania puede representar una carga económica insoportable.
En El Blog Salmón | Europa mira de frente a la crisis y comienza a sentir su fuerza destructiva, “Ningún país puede vivir más allá de sus posibilidades”
Imagen | Alfonso Jiménez