El primer inconveniente que se plantea sobre esa medida es que supone una reducción de los impuestos a los que más ganan. Esto se suma a la percepción de que los ricos pagan pocos impuestos como Alejandro comentaba hace poco.
El problema no es que los ricos paguen poco, es que pagan lo menos posible como el resto de mortales. Lo que ocurre es que los asalariados no tenemos ninguna escapatoria para pagar menos y los ricos tienen muchas posibilidades.
¿Por qué Fernando Alonso tiene el domicilio fiscal en Suiza? ¿Por qué Amancio Ortega tiene su riqueza repartida en varias sociedades patrimoniales? Para pagar menos a Hacienda. Los currantes ni podemos irnos a vivir a Suiza sin perder nuestro trabajo y para un piso hipotecado no merece la pena tener ninguna sociedad patrimonial. Lo comenta Sebastián cuando se refiere que los ricos, los que tienes yates y chalets de lujo, no declaran el IRPF y que la presión tributaria sólo recae en los asalariados. Su conclusión es:
Pero la vieja pretensión de la izquierda de unos impuestos cuyo fin primordial sea la redistribución está condenada al fracaso. Suelen terminar en enormes complejidades -¿recuerdan los especialistas la "fórmula polinómica" de los años ochenta?- en regresividad, en vacíos legales, en evasión y en fraude.
Artículo de Sebastián | El tipo único es más justo y eficiente