Uno de los aspectos de la globalización económica es la integración de los mercados que tiende a crear un solo gran mercado mundial. Este proceso, acelerado desde los años 90 y con el claro objetivo de reducir las barreras comerciales, impulsó la estandarización de muchos bienes y servicios, homogenizando los gustos a nivel global. De ahí la importancia que tiene el índice Big Mac que desde los años 80 publica The Economist.
Por eso resulta relevante el paso que ha dado el banco UBS de Basilea, que va más allá del clásico reporte que cada año realiza la publicación británica. En su informe Precios y Salarios, en el cual compara el valor de una canasta con 122 bienes y servicios, en 73 ciudades de todo el mundo, para puntualizar algunos aspectos de gran interés. Por ejemplo, a través del precio de los alquileres, constata que las ciudades más caras son Oslo, Zurich, Copenhague, Ginebra, Tokio y Nueva York. Así como las ciudades más baratas son Kuala Lumpur, Manila, Nueva Delhi y Mumbai.
El estudio fue realizado entre marzo y abril de este año en 73 ciudades y entre otra de sus conclusiones es que los trabajadores de Copenhague, Zurich, Ginebra y Nueva York tienen los mayores salarios brutos, mientras que el empleado promedio de Nueva Delhi, Manila, Yakarta y Mumbai gana menos de una quinceava parte de un trabajador suizo.
En condiciones de competencia perfecta y homogeneidad del producto, este producto debería tener el mismo valor en cualquier lugar del mundo, sea pagado en dólares, euros, libras o yuanes. Sin embargo, hay grandes diferencias que se acentúan cuando consideramos productos específicos. De esta manera, mientras el trabajador de México requiere de 129 minutos de trabajo para poder adquirir una Big Mac, al trabajador australiano le son suficientes 19 minutos. De ahí que el indicador sea un claro índice de la riqueza de un país.
Estas comparacioes son elocuentes y permiten constatar las diferencias que hay entre un mundo y el otro. Mientras en Jakarta el trabajador promedio requiere 80 minutos de trabajo para acceder a un kilo de pan, al trabajador promedio de Alemania le basta con 8 minutos de trabajo, apenas la décima parte. Igual fenómeno se presenta para comprar un Ipod: el trabajador promedio de Miami requiere de 10 horas de trabajo, mientras el trabajador promedio de Argentina requiere de 99 horas.
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