Este valor, nos da una idea de la caída salarial, las subidas de impuestos directos e indirectos y de los aumentos de precios. Entre el sector público y privado, queda claro que cada día tenemos menos dinero para gastar, con los efectos que se traducen sobre el consumo. Aunque también podemos constatar cómo esta distribución de renta disponible no es homogénea y cómo la crisis no afecta por igual a todos los barrios. Los ricos ganan más con las crisis y los pobres se empobrecen mucho más rápido, tal y como podemos ver en la siguiente curva.
El 20% de las rentas inferiores pierden renta frente al aumento de rentas que tenemos fundamentalmente en el 15% de las rentas más elevadas.
No es ninguna novedad el aumento de desigualdades en renta entre los extremos, cómo las diferencias en el poder adquisitivo se agudizan y cómo la capacidad de generación de recursos en situaciones de crisis es viable en los estratos altos de renta. Normalmente, los sistemas tributarios cargan sobre las bases amplías de recaudación, no se consigue un efecto redistributivo de rentas y lógicamente, la relación entre rentas bajas, baja cualificación laboral y mayor impacto en el desempleo se mantiene.
¿Alguna solución a corto plazo para estas rentas bajas? Sea la que sea, no debe pasar por la política indefinida de subsidios, sino por la mejora global de los factores productivos para que dichas rentas tengan la capacidad de mejora por medios propios y no por medios externos en exclusiva.
En El Blog Salmón | La desigualdad aumenta en España, pero no en Europa, Los salarios vinculados al IPC, ¿aumentan las desigualdades sociales?