No se si os pasara como a mi. Tengo recuerdos de visitar las sucursales bancarias con mi padre, de liarme a recoger todo folleto a mi alcance, y de recibir las explicaciones de mi progenitor sobre como funcionaba el mundo financiero en un lenguaje comprensible para un niño de 8 años. Ahí mamé mis primeras lecciones sobre tipos de interés, plazos, etc. Estuvieron muy bien, pero me temo que hoy, si quisiera reproducir la tarea de mi padre, tendría las cosas mucho más complicadas.
Alejandro nos comentaba hace poco una heterodoxa decisión de la autoridad monetaria sueca: los tipos negativos de interés. El Banco Central de Suecia cobrará una tasa de interés a aquellos Bancos que depositen su dinero en el mismo. Vamos, que lo quiere en movimiento, quiere que los bancos deban rentabilizarlo prestándolo y asumiendo riesgos, favoreciendo si es preciso un proceso inflacionario. Claro que, frente a ello, cabe la autodefensa de mantener el dinero en metálico. Y digo que cabe, aunque tal vez debería decir cabe aún, ya que empieza a oírse un runrun respecto a la eliminación del dinero en metálico.
En esencia se trataría de evitar la posibilidad que indica Alejandro, y sería una medida en la linea de la propuesta por otros economistas. Recordemos que Gregory Mankiw ha propuesto otra decisión chocante, la eliminación por sorteo del valor de determinados billetes. Incluso el escritor Vázquez-Figueroa ha insistido con la figura de los billetes de validez temporal (Kat, lector de El Blog Salmón, comenta en dicho post que el padre de la idea parece ser el economista Gesell). Se trata, en suma de acelerar el consumo, de inyectar liquidez en el sistema, de evitar su acumulación en papel moneda o en las arcas de los Bancos Centrales.
Mi opinión es que todo esto es una tomadura de pelo, y si no, algo mucho más grave:
- La meta final es desatar el consumo, incluso a costa de incurrir en un proceso inflacionario. Me resulta curioso, ya que es la misma solución que nos ha traído aquí. Aunque tienen su arranque años atrás, el boom inmobiliario fue reforzado, sobreestimulado, a partir del crack de las punto com. Se trataba de cebar un sector, de sobrealimentarlo de mala manera para que sacase del atolladero bursátil a unos cuantos: tipos reales negativos (ya volveremos), refuerzo del marco legal provivienda en propiedad, presión sobre entidades como Freddie Mac y Fannie Mae, etc. La consecuencia es que tenemos una crisis de dimensiones descomunales, sistémica, frente a lo que era el crujir y lamento de una crisis, la de las punto com, que afectó a cuatro gatos (trabajadores del sector, fondos de capital riesgo, inversores y bancos listillos). En definitiva, han traslado y multiplicado el problema por mil.
- A aquellos escandalizados con la medida sueca cabe recordarle que no es más que poner negro sobre blanco lo que ha pasado ya en los años dorados. Como recuerdo en el punto anterior, la baja de tipos a manubrio y generalizada, nos llevo a tipos reales negativos (por no hablar de los bruscos bandazos de Trichet, que tan pronto se pasa como se queda corto). Dichos tipos, las facilidades financieras que algunos reclaman, etc, nos llevaron a matar algo fundamental para la sociedad: el ahorro. En una sociedad debe haber inversión, pero también ahorro. Y cuando no lo hay se saca de donde haga falta (titulizaciones, terceros países, etc), aunque todo tiene un tope, y el sistema acaba recordándonoslo, tal como hoy, que hay que ahorrar (por mucho que a algunos les moleste algo tan prosaico).
- En definitiva, muchos de los economistas que defienden estas soluciones son aprendices de brujos, ingenieros sociales que piensan que la economía es un Lego que pueden montar a su antojo, olvidándose de leyes naturales tan viejas como el hombre, que están en la esencia de dicho ser humano y de dicha ciencia. El intervencionismo les puede, y es que ellos saben mejor que debe hacer la gente con su patrimonio, y si no les hacen caso, hay que castigarles. Toma pedagogía.
- Por otro lado, quizás este tipo de planteamientos ayuda a que algunos habrán los ojos. Desde el momento en que los Estados han puesto en marcha la maquina de imprimir billetes todo lo demás sobra. Seamos conscientes de que detrás de los mismos no hay nada más que los Estados, los Estados y unas colosales deudas que crecen día día.No hay ningún respaldo o garantía que pueda ser exigida por el tenedor de un billete. La eliminación física de los billetes no supone más que el último paso en dicho asalto al bolsillo de los ciudadanos.
- Y es que creo que esta posibilidad desataría los sueños más húmedos de más de un político, especialmente de aquellos que adoran a los aprendices de brujo. Toda la masa monetaria controlada, a merced de cualquier tipo de política monetaria. Pero sin duda todo un chollo desde el punto de vista fiscal, todo en cuentas, en activos financieros, con muchísima más facilidad para hacerle el seguimiento (les propongo que establezcan para cada unidad monetaria una huella digital, y que puedan hacer luego un tracking de la misma), con inusitada rapidez para trincarlo vía embargo, etc .
- Sin embargo, y aunque se superasen las dificultades que intuyo para este paso final de eliminación del dinero físico, me temo que como ocurre con la Naturaleza, la lógica y el sentido común acabarían imponiéndose: metales preciosos, divisas de países que no acepten la virtualización, asumirían el papel de la moneda física, como medio de pago y como medio de ahorro por parte de los ciudadanos que prefieren confiar más en sus billetes (aunque sus garantías sena endebles) que en la promesa virtual de un mundo mejor.
Vía | Libertad Digital
En El Blog Salmón | Suecia , ¿tipos de interés negativos ?
Imagen | HowardLake