Los antecedentes económicos y laborales previos a la reforma laboral que planteó el PSOE eran lamentables. El glorioso año 1992, de las Olimpiadas, Expo y grandes inversiones en infraestructuras, había pasado una factura importante y España se encontraba sumida en una crisis bastante aguda. La tasa de paro en 1993 y 1994 superaba el 20%, los tipos de interés estaban en niveles del 16%, déficit excesivo y caídas en la recaudación fiscal se presentaban como el principal escollo para cumplir el Tratado de Maastrich. Recordemos que este tradado era la puerta a la eurozona y se obligaba a España a realizar una consolidación fiscal sin precedentes para entrar en el euro.
Los cambios laborales que introducia la reforma laboral de 1994
Si hacemos un poco de memoria, los cambios estrella que se introducían mediante la Ley 10/1994 sobre medidas urgentes para la ocupación (PDF)eran las legalización de las Empresas de Trabajo Temporal y los hipotéticos efectos que estas agencias privadas de colocación iban a crear sobre el propio mercado laboral. A raíz de estos formatos, comenzó a institucionalizarse el uso de contratos basura, contratos por horas con altas y bajas sucesivas o algunas prácticas de dudosa legalidad como baja en la Seguridad el viernes del trabajador contratado mediante la ETT para tramitar una nueva alta el lunes en la misma empresa y puesto de trabajo. Además de la legalización de las ETTs y la cesión de trabajadores mediante estas empresas, la reforma laboral también introdujo los siguientes cambios: * Ampliación del contrato de formación y aprendizaje hasta los 25 años. Aquí es donde se encuentra el verdadero contrato basura dado que en la práctica muy pocas empresas usan la formación realmente y sólo se consigue personal a bajo coste. * Se introduce el contrato en prácticas con una duración entre 6 meses y 2 años. Retribución fijada en convenio (no inferior al 60% del salario para un trabajador en el mismo puesto y al 75% el segundo año * Se introduce dentro del despido objetivo las causas organizativas y de producción. * Esta reforma laboral eliminó la obligatoriedad de contratar a través del INEM, dado que anterior a la reforma, la cobertura de un puesto de trabajo había que hacerla siempre a partir de un desempleado inscrito en las listas del INEM. Este cambio obliga a la vez al registro de los contratos de trabajo después de los diez días desde su formalización. La reforma laboral fue impulsada y redactada por el Gobierno, sin contar con los apoyos y negociaciones de la patronal y sindicatos. Las tasas de paro juvenil se encontraban en niveles del 30%-35% y la introducción de los jóvenes en el mercado laboral eran la prioridad de dicha reforma. La legalización de las ETTs fue uno de los debates más candentes de dicha reforma junto con los contratos de formación hasta los 25% y los contratos de prácticas con salarios del 60% y 75% para titulados.
El debate previo a la huelga y los resultados de la convocatoria
El discurso sindical abanderaba la lucha contra el retroceso que supondría en materia de derechos laborales la introducción de estas medidas en la legislación laboral. Que un contrato en prácticas no tenga derecho a desempleo, la institucionalización de las ETTs aunque no tuviesen ánimo de lueco en principio o los cambios introducidos en las cláusulas de despido, eran insoportables para la protección social de los trabajadores. ¿Nos suena este discurso? A mí si desde luego.
Por parte del Gobierno, la huelga general era un gran atraso dado que las reformas que se introducían permitirían crear empleo, adaptar el mercado laboral para los jóvenes y lograr un puesto de trabajo para todos. Ojo, que este discurso también nos suena a todos. El 27 de enero, el país de paralizó prácticamente porque los grandes centros industriales y polígonos cesaron su actividad y el sector transporte de pasajeros y mercancias tuvo un efecto importante. El Gobierno calificó la huelga de una huelga industrial y fijó la participación en un 26%.
Por su parte, los sindicatos calificaron la huelga como un rotundo éxito con una participación superior al 90%. La guerra de cifras en todas las huelgas, manifestaciones y convocatorias es la tónica habitual y cada uno cuenta la participación y éxito como más le interesa desde luego.
Una vez pasada la huelga general, el texto legislativo que se encontraba en redacción siguió adelante, superó los trámites legislativos y entró en vigor tal y como estaba previsto. En el ámbito político, IU se sumó a la huelga general y el PP mantuvo su programa ordinario de actividades sin secundar ni apoyar la huelga general que se había convocado.
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