Puede parecer fácil y sencillo: hacemos un estudio del sector en que está al empresa y de los sueldos que se pagan para cada perfil o titulación y obtendremos unas bandas salariales con las que jugar para pagar los correspondientes sueldos. Si somos una start-up es evidente que el hecho de ofrecer un empleo que puede desaparecer en cualquier momento si el proyecto fracasa, implicará que debemos ofrecer más de lo normal para los perfiles que necesitemos, pero, de cualquier modo, podemos encontrar una referencia y así diseñar una estrructura salarial coherente.
La cosa, que parece que hemos dejado bien diseñada, se complica en cuanto que la gente pide aumentos salariales o en cuanto empezamos a ver mucha rotación en la empresa. En el caso de los aumentos salariales, los márgenes que teníamos pensados para cada perfil se nos pueden quedar cortos. Si decidimos no sobrepasar el margen, ya sabemos que esa persona está en disposición de acabarse yendo, si no se acaban atendiendo sus pretensiones (entendemos que en este caso son justas y no descabelladas y que, por tanto, es merecedor de lo que pide). En cuanto rompemos los márgenes empieza el descontrol, porque ya hemos abierto la posibilidad de contratar a gente para ese perfil con mayor sueldo que los compañeros. Si lo vale realmente no hay problema. Lo malo es que muchas veces se debe a que la empresa necesita a esa persona y ha podido forzar más la negociación a su favor. Por tanto, lo que estaba bien diseñado y compensado, acaba totalmente desigualado.
Comentaremos ahora el escenario de la rotación: si los salarios de la empresa son habitualmente menores que los de mercado, aunque la empresa tenga otros aspectos importantes para la satisfacción del empleado como seguros médicos, formación (que la haya realmente y no como siempre: prometer hasta el meter) posibilidades reales de promoción, y otras ventajas, acaba sucediendo lo lógico: hay un determinado perfil de profesionales que se va en busca de pastos más verdes. Lo hacen porque están en una posición más favorable al cambio: una experiencia profesional suficiente para haber adquirido madurez, pero no demasiada para no ser "perros viejos", un panorama personal despejado de agobiantes cargas económicas que hagan pensarse dos veces dar el salto (atrapados en la carrera de la rata, que diría Kiyosaki), o simplemente que ya han decidido que no prefieren ambiciones económicas a cambio de un entorno controlado, osea, que han alcanzado su zona de confort.
En este caso, para evitar las rotaciones la empresa puede optar por dos opciones, a mi entender: aumentar la formación a ese perfil que está emigrando de la empresa o decidir darles a ellos una subida salarial para retenerlos. Si decide lo primero, a corto plazo seguramente no conseguirá retenerlos, pero si es posible que lo haga a medio plazo. Además el resto de la empresa es más fácil que no se entere de esa subida a unos si y a otros no, lo que ahorrará problemas. La segunda opción es subirles el sueldo, lo que en principio les retiene, pero que acaba sirviendo sólo para que consigan todavía más dinero cunado se acaben yendo, porque si el resto de condiciones del entorno no cambian, se acabarán yendo. En este caso, has hecho un pan como unas tortas: has descompensado totalmente la estructura de salarios, has agraviado al resto de la empresa, que se va a enterar en 5 minutos y va a estar bufando hasta que se les suba el sueldo y, como digo, tampoco has conseguido retenerlos a largo plazo.
En definitiva, estas hipotéticas situaciones que expongo, lo que demuestran es que en tema de salarios nunca llueve a gusto de todos y que cuando se intenta arreglar por un lado, se estropea por otro. Quizá veamos un premio Nobel para aquella persoan que consiga generar la fórmula de cálculo salarial irrefutable.