Tal y como están las cosas, con cerca de cinco millones de parados, hay quien empieza a pensar que tener trabajo es un lujo; se alegra de conservar el que tiene y acepta con resignación recortes y pérdidas de derechos adquiridos.
Pero tener trabajo no es un lujo, es un derecho constitucional. No debería ser un lujo que este trabajo tenga una remuneración suficiente para satisfacer las necesidades del trabajador y las de su familia.
¿Acaso es un lujo…?
- Levantarse temprano cada mañana para pasarse casi una hora de trayecto hacia el trabajo.
- Trabajar cuatro horas seguidas.
- Comer cerca del lugar de trabajo porque no da tiempo a volver a casa, hacer la comida y regresar al trabajo.
- Trabajar otras cuatro horas seguidas.
- Pasarse casi otra hora de vuelta a casa.
- Hacer la compra, hacer la cena, acostar a los niños e irse a dormir.
- Repetir este proceso cinco días a la semana.
- El fin de semana. hacer todas las tareas de casa que no hemos podido hacer por la semana.
- Tratar de descansar.
- Tratar de divertirse un rato si quedan fuerzas.
(Todo esto en el mejor de los casos)
Todo ello para encontrarse a final de mes:
- Con una nómina inferior al mes anterior, porque ha subido el IRPF “sólo un poco a los que menos cobran”, pero ese poco igual son 40 euros menos (a poco que te aumenten las retenciones de manera paralela).
- Con unas facturas de luz, agua, gas que han subido o lo harán en breve por encima del IPC.
- Con unos servicios urbanos que han subido de precio porque “la vida esta muy cara”
- Con unas cifras de paro que te hacen temer que seas el siguiente.
- Con que tu banco empieza a cobrarte por lo que antes te daba gratis.
Mientras tanto hay quienes tienen un “trabajo” de lujo:
- No necesitan opositar para acceder a un puesto, ni siquiera acreditar grandes conocimientos en campo alguno.
- Su remuneración mensual, sea cual sea su puesto y su dedicación, entre salario y complementos supera el SMI con holgura y es compatible con otras remuneraciones.
- Es un sector que no se ve afectado por el desempleo; si pierden o abandonan su cargo enseguida encuentran algún puesto de “consejero” muy bien remunerado, totalmente compatible con lo que perciban o hayan percibido como “indemnización”.
- Tienen la capacidad de fijar su propio sueldo, conforme a sus propios criterios con total libertad e independencia de las condiciones del entorno.
- Pueden establecer dietas y complementos sin cortapisas, a pesar de lo cual algunos hacen trampas al solitario cobrando aquello a lo que no tienen derecho.
- Pueden fijar pluses de productividad sin establecer criterios objetivos para determinarla, con las ventajas que eso supone.
- Pueden nombrar cuantos ayudantes estimen necesarios para poder hacer frente a sus tareas diarias.
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