Podría parecer que con el cierre de Megaupload y la demonización de su fundador, Kim “Dotcom” Schmitz, se han sentado las bases para luchar contra la piratería a nivel internacional. En España, los grandes beneficiarios de este negocio hablan de una industria cultural en crisis cuando lo que realmente deberían hacer es actualizar un modelo de negocio arcaico, improductivo, obsoleto y, en ocasiones, casi ilegal. Un sistema gestionado por la cúpula de la SGAE con el único objetivo de enriquecer a dicha sociedad y al séquito de interesados que viven de ella. Un sistema totalmente desenfocado y que ha olvidado la verdadera orientación de toda empresa: sus clientes.
El "todo gratis" del que tanto se habla no es sino la consecuencia inmediata de la pésima gestión cultural llevada a cabo por estos señores. La ya en vigor Ley Sinde-Wert jamás conseguirá su propósito. Con esta Ley se cerrarán decenas de páginas webs, se llevará a los medios alguna cabeza de turco para dar ejemplo y se censurará la libertad en internet, pero no se acabará con la piratería. Para acabar con la piratería es necesario presentarle al consumidor un nuevo modelo con alternativas justas que consigan que no se sienta estafado. Mientras esto no ocurra, la industria cultural española está abocada al fracaso. En este artículo analizaremos lo más objetivamente posible algunos de los pilares básicos de esta industria cultural y explicaremos cuáles son las escasas y mal organizadas alternativas existentes tanto el mercado cinematográfico como en el musical. Vayamos por partes:
El mercado del cine y el dvd
Las formas políticamente correctas de consumir cine actualmente son: ir al propio cine, alquilar en un videoclub, comprar la película o esperar a que la emitan en televisión. Salvo la última opción citada (bastante absurda, por cierto), las tres anteriores tienen un coste para el consumidor enorme: una noche de cine para una pareja con palomitas incluidas no baja de 15 €, el alquiler ronda los 3-4 € y el precio de un DVD oscila entre 15 y 25 euros, según lo novedosa que sea la película. A estos precios hay que añadirles la molestia que le supone a cualquier persona tener que desplazarse físicamente para poder consumir y gozar del producto. Esto, señores, no lo quiere pagar nadie.
¿Existen alternativas legales actualmente? La verdad, pocas. En España, desde hace muy poco tiempo, iTunes Store te permite comprar y alquilar películas sin moverte del sillón de casa, pero los precios siguen siendo excesivamente altos para un servicio que prácticamente no implica costes: unos 10 € la compra y unos 3 € el alquiler, con puntuales ofertas y precios bajos para películas antiguas.
Otras alternativas son Wuaki, Pixbox, Filmotech y Filmln, pero nuevamente nos encontramos con innumerables problemas que hacen que estas plataformas no terminen de despegar: elevados precios y catálogos de películas descafeinados son las principales.
¿Y si te dijera que existe una forma legal de disfrutar de todo el cine y las series que quieras en tu casa por tan solo 7´99 $ al mes? La opción se llama Netflix y, evidentemente, no está disponible en España. Imagino que las trabas por parte de la SGAE y del Ministerio de Cultura a la implantación en nuestro país de esta empresa, que en Estados Unidos ya acaparan el 60% del mercado audiovisual, han debido ser enormes. Sencillamente, no les interesa porque supondría un carpetazo a su actual modelo de negocio.
El mercado musical
Peligroso terreno de aguas empantanadas y plantas carnívoras. La solución que la SGAE te da para escuchar a tu grupo favorito es pagar los 15-20 € que cuesta su cd. Y mucho ojo, no se te ocurra utilizarlo para amenizar una boda, en una peluquería o en un concierto benéfico porque te expones a una denuncia importante. Cuando compras un cd pagas para utilizarlo exclusivamente tú.
En este caso sí que van apareciendo alternativas interesantes a buen ritmo. Tal vez la más interesante de todas sea Spotify, un servicio que te permite escuchar toda la música que quieras de forma online. El catálogo que tienen es enorme y viene a funcionar más o menos de la siguiente forma: ellos tienen una base de datos a la cual puedes acceder para escuchar la música que quieras con una conexión a internet.
En la actualidad Spotify tienes dos opciones, una gratuita (limitan el tiempo de escucha e insertan publicidad entre las canciones) y otra premium (pagas 9,99 €/mes y disfrutas de toda la música que quieras sin interrupciones). Existe otra opción intermedia por 4,99 € y hace poco estrenaron un nuevo servicio que te permite comprar la música para escucharla en tu iPhone o iPod. Los precios dependen del número de canciones que descargues y van desde 0,99 € por canción (si descargas como máximo 10) hasta 0,60 € (si descargas 100). Sin duda, una opción interesante.
El principal inconveniente de Spotify es que pagas por una música que no es tuya (salvo el caso que he explicado de los iPods/iPhones). Si lo que te interesa es descargar discos que posteriormente puedas grabar en un cd para escucharlo, por ejemplo, en el coche, Spotify no está hecho para tí. La alternativa es nuevamente la iTunes Store.
Para los que no lo conozcan, iTunes es desde hace años el primer vendedor de música en Estados Unidos. Te ofrecen canciones sueltas por 0,99 € cada una o bien álbunes completos por precios que oscilan entre 7 y 10 € de media (algunos son más caros). Música digital sin más para los que nos negamos a pagar el doble sólo por disfrutar de la cajita del cd con las letras de las canciones. Otra gran alternativa, sin duda.
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