Muchos cultivos en nuestro país se encuentran ante un difícil dilema, la deficiente estructura de muchas de las explotaciones en curso, y el abandono de muchas de las más extensas, que serían las más rentables por su coste de oportunidad en términos de economías de escala.
Tengo muchos conocidos en el sector, que cuando les pregunto sobre la ‘salud’ de sus explotaciones agrícolas, me devuelven tres respuestas:
- Con la producción que obtengo no me puedo realizar ninguna inversión para mejorar la explotación
- La extensión de terreno que trabajo da para muy pocos meses de trabajo
- Y también, al necesitar menores inputs de producción, el coste de producción es mucho mayor que los de explotaciones más grandes
Por tanto, uno de los principales problemas a los que se enfrentan las zonas rurales españolas es la cantidad de latifundios que se encuentran subexplotados, restando incentivos para incrementar la producción, con un coste de oportunidad que lastra al sector.
Estos latifundios tienen dueño, y claro está que no se puede obligar a nadie a cómo utilizar sus propiedades, pero también es cierto que por este tipo de decisiones se están perdiendo potenciales empleos y riqueza que supondrían un relanzamiento del sector. Pero, ¿cómo podríamos actuar sobre ello?
Pues mediante la política fiscal, aumentando los incentivos para trabajar las tierras, o lo que es lo mismo, gravar más a las tierras que no se exploten. Este análisis resultará muy polémico, no solo por lo que supone, sino porque también se podría hacer extensible a otras cuestiones, como por ejemplo las propiedades inmobiliarias en no habitadas. ¿No sería bueno para la economía?
Vía | El Economista
En El Blog Salmón | La agricultura, ¿posibilidad real de inversión?
Imagen | zzvillano