Cuando vamos a hacer la compra, vayamos a donde vayamos, observamos como los precios en determinados productos o alimentos no cesan de crecer. Sin embargo, hay uno en concreto que ha acaparado la atención de todos los españoles, y también de sus bolsillos, hablamos del aceite de oliva.
El aceite de oliva, pieza fundamental en la dieta mediterránea por sus múltiples beneficios y su aporte en una alimentación sana y equilibrada, parece estar solo al alcance de las carteras más voluminosas. Semana a semana hemos ido viendo como su precio se iba disparando hasta que ahora ya sí ha sobrepasado los 12 euros el litro en algunas marcas.
Con este disparate de mercado, la población de a pie no hace más que preguntarse: ¿qué ocurre con el aceite de oliva? ¿Volverá a su precio de origen? Vamos a adentrarnos en este producto, conocido como el oro líquido, una forma de llamarlo que ahora cobra más sentido que nunca.
La sequía es la causa de la subida de los precios
Sí, todos somos testigos del nefasto año que llevamos a nivel meteorológico. La lluvia parece evaporado y además de en los embalses, también se repercute en el precio de algunos productos del supermercado. Es el caso del aceite de oliva, que tras una cosecha devastadora su producción parece haberse reducido a prácticamente la mitad.
Esto parece venir de lejos y es que ya el pasado año la situación parecía compleja. En el 2022, los campos españoles recolectaron la mitad de lo que se recolecta en un año de funcionamiento normal, es decir unas 660.000 toneladas. Ahora el panorama parece haberse agravado más aún y todo nos hace encomendarnos a un otoño con un clima algo más favorable.
España es el principal exportador de aceite de oliva en el mundo, y esto lo han notado agricultores y toda una cadena de logística. Como hemos anunciado, la sequía parece haber arrastrado a la aceituna española a un final desolador y como resultado un incremento de los precios de casi un 15,4% según datos de la OCU, desde la primera quincena del mes de julio.
Los datos del Ministerio de Agricultura al respecto hablan por sí solos. Y es que en las últimas semanas se ha pagado por cada 100 kilos una media de 615,31 euros, cuando en el año 2010 se pagaba a 230 euros y en 2020 se situó por debajo de los 200 euros.
Con esta subida sustantiva, la media del producto ha pasado de los 8,16 euros a los 9,42 euros por litro, llegando en algunos casos a verse precios rondando los 12 euros la botella. Según la propia OCU, únicamente una marca parece haber rebajado su precio un 1%, Mar de Olivos, mientras que múltiples marcas blancas han tenido una subida del 30% en solo 45 días.
Andalucía, la comunidad autónoma que produce más del 40% del aceite mundial, situó en el mes de agosto el precio en 8,20 euros por kilogramo, es decir un 116% más en comparación con el mismo mes de 2020.
Más allá de la falta de lluvias
Pero para agravar todavía más la situación, los agricultores españoles son conscientes de que no solo es cuestión de culpabilizar a la meteorología, sino que otros ámbitos tampoco parecen remar a favor de obra. Es el caso de los altos precios de los costes de producción, como la energía, los sistemas de riegos, los precios de los fertilizantes y los combustibles, la mano de obra o incluso los gastos administrativos.
En otro orden y en consonancia con la actualidad política y económica que atraviesa el mundo, con la invasión bélica de Rusia sobre Ucrania, los precios del aceite de girasol, otra alternativa al de oliva, sufrieron una subida destacada, y es que Ucrania era uno de los principales exportadores de este tipo de aceite. A raíz de este hecho, la demanda por el aceite de oliva aumentó considerablemente y con ello el consumo, por lo que las reservas en las almazaras bajaron cuantiosamente.
Además es remarcable el carácter volátil de los precios de los alimentos y es que si algo caracteriza la situación es la incertidumbre derivada en los precios de las materias primas y por consiguiente de los propios alimentos. La escasez del cereal, la prohibición de exportación de determinados alimentos o los costos laborales han contribuido al aumento de los precios. No obstante, los productos alimentarios son un 10,8% más caros que en julio del 2022.
Con semejante escenario todo parece indicar que los precios de nuestro oro líquido continuarán al alza. Los precios se han duplicado en el último año y cuadruplicado desde agosto del 2020, y parece que seguirá así irremediablemente. Las reservas se encuentran en mínimos históricos, las cosechas no tienen buenas perspectivas y el cambio climático continúa haciendo de lo suyo.