Y van a seguir faltando. Quienes tengáis la dura responsabilidad de contratar a este tipo de profesionales ya sabéis que el mercado está ahora mismo francamente complicado: por un lado, escasez de profesionales con experiencia y competencia adecuada, y por el otro sueldos elevados y mucha competencia. Los profesionales de las tecnologías de la información argumentan que su trabajo debe de valorarse mejor ya que hoy por hoy se trata de servicios esenciales para el negocio, y que por ello los salarios deben ser más altos, pero la realidad es que los salarios suben porque no hay suficientes profesionales y sí una demanda elevada, y esto repercute en que los márgenes de los proyectos TIC sean cada vez más exiguos o bien los precios más altos, por lo que la adopción de nuevas tecnologías por parte de las empresas españolas se hace inasequible.
Y no es porque lo diga yo, que dicho sea humildemente, algo entiendo de esto, sino la compañía de formación Garben, que afirma que en toda Europa existe un déficit de 800.000 profesionales en este sector, y la Comisión Europea, que afirma que la necesidad en España llegará a los 300.000 profesionales en 2010. Curiosamente, al leer el titular de esta noticia me vino a la mente algo que luego comentan en la propia noticia: la situación comienza a parecerse demasiado a la vivida a finales de los 90 con el auge de las puntocom y el despliegue de los operadores de telefonía móvil, cable y ADSL, donde la demanda de informáticos y telecos fue muy superior a la oferta existente en el mercado. ¿Qué ocurrió en aquel entonces? Lo de siempre: pan para hoy, hambre para mañana. La burbuja puntocom se vino abajo porque las empresas estaban sobrevaloradas respecto a la realidad de sus activos en la equivocada creencia de que si el portal de turno molaba lo suficiente, tarde o temprano lloverían millones. Y los operadores de telecomunicaciones se vinieron abajo ante una atomización del mercado en la que los grandes acabaron fagocitando todo lo que se les puso por delante, fundamentalmente porque las inversiones fueron desmesuradas debido a lo apresurado del despliegue, los costes fueron muy elevados (incluyendo los salarios) y, sin embargo, los ingresos por clientes, que es lo que realmente importa, no fueron los esperados.
¿Nos espera otra situación similar? A finales de los 90, muchos chavales se metieron de cabeza en las escuelas de telecomunicaciones o informática con la esperanza de encontrar un buen trabajo fácilmente y, al salir de la Universidad, se encontraron con un desolador panorama que empujó a unos a emigrar, a otros a opositar y a unos pocos a buscarse las castañas por su cuenta. ¿Es posible que la historia se repita? Como todo el mundo sabe, la mejor forma de repetir la historia es no conocerla. Vía | Redes&Telecom