Mariano Rajoy, candidato a la Presidencia del Gobierno del PP, ha concretado algo más la reforma fiscal que llevaría a cabo si ganara las elecciones del 9-M. Estas medidas habían sido anunciadas con anterioridad, pero ahora se concreta como se aplicarían.
El primer cambio es la reducción de los tramos actuales del IRPF, que son cuatro, a tres, que serían del 20%, el 30% y el 40%. Además, los contribuyentes que ganaran menos de 16.000 euros no pagarían IRPF y las mujeres tendrían una rebaja de 1.000 euros vía deducción de la cuota.
Como ejemplo que ha puesto, un trabajador que ganara 22.000 euros al año se ahorraría 850 euros al año, y una pareja con dos hijos con ingresos totales de 45.000 euros pagarían 3.000 euros al año menos de impuestos.
Además de estas medidas, también promete un cambio en el cálculo de las retenciones, para que se ajusten más a la cifra de impuestos a pagar finalmente y así que muchos contribuyentes no tengan que presentar la declaración de la renta.
Es una reforma muy ambiciosa, que junto a la promesa de reducir el impuesto de sociedades, pretende reactivar la economía y generar empleo dando más dinero disponible a los individuos y las empresas para que consuman e inviertan más. A pesar de que en teoría suena muy bien, ya que además de reducir los impuestos se simplificaría notablemente, le veo dos pegas.
La primera es que una reforma así mermaría mucho la recaudación del Estado. En el PP niegan este punto, ya que si se genera empleo con estas medidas al final se recauda más. Pero habría que estudiar con mucho detenimiento estos números, cosa que posiblemente no se ha hecho. Entrar en déficit fiscal no es una buena idea ya que al final los impuestos se destinan a pagar la deuda del Estado. Ya que hemos logrado estabilidad presupuestaria, es mejor no arriesgarla. También se puede argumentar que si se recauda menos, para mantener la estabilidad, hay que gastar menos. Y estoy seguro que es posible gastar menos, se derrocha mucho dinero en el sector público. Pero también estoy seguro de que se ahorraría dinero precisamente donde más hay que gastar, como la educación, la sanidad y las infraestructuras, y no en coches oficiales, altos cargos y subvenciones inútiles.
Otro problema que le veo a este plan es que no siempre una reforma fiscal reactiva la economía. Cuando se entra en recesión (no digo que en España estemos en recesión) la gente gasta menos y la recesión es muy grave, aunque les metas dinero en el bolsillo a los contribuyentes no tienen por qué gastárselo. A lo mejor lo ahorran por si vienen mal dadas y no logras el objetivo. Esto es lo que puede pasar en EEUU ahora mismo con la reforma fiscal que ha presentado Bush.
Un último comentario acerca de las sucesivas reformas fiscales que hemos tenido en España en la última década, tanto por parte del PP como por parte del PSOE. Este impuesto cada vez va más encaminado a desaparecer. Cada vez hay más contribuyentes que no tienen que pagarlo y las grandes rentas tienen su margen para evadirse. Al final se acabará elevando el IVA y los impuestos indirectos serán la base de la recaudación mientras que los directos serán testimoniales y desaparecerán. Sin duda es mucho más sencillo recaudar vía impuestos indirectos, pero desde luego me parecen mucho más injustos que los directos. No redistribuyen la riqueza de la misma forma. Aunque sobre esto último seguro que hay muchos lectores que discrepan. Espero vuestros comentarios.
Vía | Cinco Días