Creo que todos los que lean este post están más que familiarizados con el acrónimo SMS (Short Message Service) aunque casi podríamos decir que se ha convertido en una palabra independiente (algo así como "esemese"). Con un parque de telefonía móvil que ronda el 100% de la población en España, el SMS es uno de los servicios más golosos para las operadoras que ven como gracias a ellos sus cuentas quedan aún más lucidas. Por eso me ha sorprendido este artículo en CNNMoney donde, desde Estados Unidos, se mira con perplejidad (y cierta prepotencia, todo hay que decirlo) este fenómeno. Al parecer, los norteamericanos usan los mensajes de texto mucho menos que en otros países: la mitad que en Europa, o hasta la cuarta parte que en algunos países como Ecuador o Filipinas.
Los que tratan de explicar esta curiosa situación argumentan que el SMS viene a ser un modo de comunicación "para pobres" mientras que en Estados Unidos, al tener un parqué informático mucho más desarrollado, esa comunicación se produce de PC a PC (mensajería instantanea y email) sin necesidad de usar el móvil. Curiosa explicación. Yo tengo de todo y sin embargo sigo usando SMS's. Y eso que el furor adolescente por los SMS me ha pillado mayor. En todo caso, los autores del artículo valoran que quizás, por una vez, la tendencia en el extranjero pueda acabar siendo importada en Estados Unidos. Y no sólo como medio de comunicación entre conocidos, sino también como canal para la relación con las empresas: publicidad, concursos, descargas de aplicaciones, juegos, logos y sintonías...
Lo que más me ha hecho gracia del artículo es ver con qué asombro citan ejemplos de cosas que para nosotros son enormemente coticianas: "hay algunos programas muy populares de televisión en los que puedes mandar mensajes que aparecen sobreimpresionados en pantalla", o "Pepsi hizo una promoción en Tailandia con motivo de la Copa del Mundo que consistía en enviar por SMS unos códigos que aparecían en los tapones de las botellas".