La evolución de la crisis económica va confirmando una hipótesis universal que hasta hace poco parecía imposible: hay una cierta teoría del desacople. Si durante algún tiempo se pensó que China podría tomar el relevo de locomotora económica, hay que reconocer que esto hasta el momento no se ha producido. Estados Unidos sigue siendo el centro del mundo económico y tras el anuncio del viernes de medio millón más desempleados, será el resto del mundo el que sufrirá más. Sin embargo, China tiene muy vigente su rol de relevo.
Hasta mediados del año pasado, Estados Unidos producía el 25% del PIB mundial (la cuarta parte) pero consumía el doble: la mitad de toda la producción mundial, creando ese enorme, pesado e insostenible déficit. Un endeudamiento de tal envergadura no está permitido para nadie. Ni siquiera para los EE.UU. Por eso la austeridad en el consumo de este país le ha endosado el problema al resto del mundo que se ejemplifica con la abrupta caída del comercio mundial. Por eso vemos que la producción industrial de Alemania, Japón, Corea y Taiwán se ha desplomado, aumentando seriamente el desempleo en gran parte del mundo.
Esta violenta caída de la producción que se vive por primera vez desde la segunda guerra mundial, ha obligado a los bancos centrales a bajar las tasas de interés a sus mínimos históricos: entre el 1,5% y el 0%, en una estrategia de apuntalar a un sistema financiero global al borde del colapso. Si bien este proceso comienza a mostrar leves signos de estabilización, el desempleo en Estados Unidos y Europa sigue aumentando creando una fuerte tensión respecto a los déficit fiscales. La gran mayoría de las economías experimentarán un fuerte retroceso: Japón, la segunda economía mundial, caerá un 6%.
Es aquí donde entra China. Está claro que el gigante asiático no puede asumir esa cuota de consumo que libera Estados Unidos. Pero su lento y paulatino relevo en el ritmo de la actividad económica demuestra que no está haciendo las cosas mal. Hasta el momento, su crecimiento se mantiene en torno al 7,5%, pese a la caída en picada de sus exportaciones. Recordemos que cuando estalló la crisis, y comenzó a verse la contracción de Estados Unidos y su descenso vertical en la demanda, se pensó que China no sería capaz de sobrevivir al derrumbe dada la alta dependencia de su comercio con Estados Unidos.
Sin embargo, China está enfrentando la crisis mediante la ejecución de audaces políticas fiscales expansionistas, al tener una mejor posición financiera que la mayoría de los países. Esto le permite realizar grandes proyectos en infraestructura, muchos de los cuales habían sido estudiados antes de la crisis. Es decir, solo debieron adelantar la realización de algunos de estos proyectos para impulsar su demanda interna.
El modo en que China resista estos embates será crucial para el curso que tome la crisis en los próximos meses. China es el mayor consumidor del mundo de muchos metales como aluminio, cobre, niquel, acero; y después de Estados Unidos es el mayor consumidor de petróleo. En el plano de los alimentos es uno de los mayores importadores de soja, trigo y maíz. Para partes de América Latina, Oriente Medio, Australia y Canadá, la demanda China será una muy buena noticia.
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