A medida que la economía mundial se dirige en linea recta a una recesión que amenaza con ser más profunda que la de 2008, se ha entrado en una evolución política y social bastante alarmante. Prueba de ello es la caída simultánea de cinco gobiernos europeos. Es probable que cuando el próximo año caiga Nicolas Sarkozy, se termine de una vez la comedia del euro, que sólo ha significado grandes desequilibrios monetarios que nunca hubo voluntad de aceptar. Por el momento, las autoridades de la OCDE y la UE se vieron obligadas a reconocer la magnitud de la catástrofe económica que amenaza la estabilidad social y política de Europa. Pero esto no ha conducido a una comprensión mejor de la crisis, o a una admisión de sus causas.
Uno de los errores es presentar a esta crisis como una crisis de deuda soberana, y no como una crisis de la deuda del sector privado, principalmente de la banca. En vez de reconocer que el aumento de la deuda soberana es el resultado, y también el síntoma de una profunda crisis en el sector financiero, los políticos de la UE siguen culpando a la deuda pública como el problema central. Esto ha llevado a adoptar una serie de políticas erróneas para la reducción de la deuda, que en lugar de aliviar la crisis, la están agravando y llevan a Europa a una situación insostenible.
Mientras los líderes europeos siguen en su mar de confusiones, la crisis en el sistema bancario privado sigue a toda marcha, con corridas masivas de los nerviosos inversionistas, que huyen de la deuda de los gobiernos europeos y de la banca aumentando peligrosamente los riesgos de una severa contracción del crédito. Las continuas y prolongadas caídas en las bolsas de Asia, Europa y Estados Unidos es una muestra contundente de la ventas masivas. Las instituciones financieras se están deshaciendo de sus posesiones de bonos soberanos, especialmente de Italia y España, y muchos no renuevan préstamos de corto plazo que son necesarios para financiar el día a día. La propagación de la incertidumbre está llevando a la economía a una espiral descendente y prolongando el estancamiento y el desempleo.
¿Qué país llega primero al tercer mundo?
En respuesta, Alemania y el BCE exigen a los países en problemas medidas de austeridad que solo profundizan el hundimiento. El objetivo de estas medidas es reducir salarios y provocar una deflación para hacer más competitivos a países como Irlanda y Portugal. Es lo que se ha hecho en Grecia y que también se hará en Italia y España. Sin embargo, la reducción de los salarios hunde la demanda del sector privado; y las reducciones del gasto público también hunden la demanda del sector privado. Por tanto, se producirá una caída simultánea tanto del sector público como del sector privado que hundirá más a la economía, que provocará más desempleo y que contraerá más la demanda y hundirá aún más al sector privado. Lo que al parecer persiguen los líderes de la UE, es ver qué país europeo se convierte primero en un país del tercer mundo. Algo fácil de conseguir.
Como vemos, la crisis financiera y económica mundial que comenzó en agosto de 2007 se ha intensificado en todas sus áreas y se mantiene muy lejos de ser resuelta. Pero si una cosa era la crisis de la deuda desatada en Estados Unidos por los fraudes del sistema financiero, otra cosa ha sido la crisis del euro, desatada cuando en octubre de 2009 el recién electo gobierno de Grecia declaró que las cuentas estaban viciadas y que el gobierno anterior había mentido en los déficit públicos. Este hecho fue el primero en poner en evidencia las debilidades del euro, del cual la UE nunca se ha hecho cargo. Si transcurridos dos años no se ha resuelto la deuda de un país que es apenas el 2% de la UE, ¿podemos esperar que habrá voluntad para resolver la crisis de países más grandes como Italia o España? Ni se lo piense. Con los planes de austeridad muchos países europeos pasarán a la lista del “tercer mundo”.
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