Tras el espantoso ridículo del Brexit, la propaganda independentista se refuerza en lo económico

Fueron los propios políticos independentistas catalanes los que empezaron a promulgar la validez económica del Brexit para un Reino Unido independiente de Europa, negando categóricamente que fuese a suponer el desastre socioeconómico que se vaticina desde casi todos los medios especializados, y equiparando la situación con la de la independencia catalana. Confiaron así su destino político-económico al del idolatrado divorcio británico.

Con el estrepitoso fracaso del Brexit, llega el fracaso de buena parte del argumentario socioeconómico de los propios independentistas, y los políticos catalanes pro-independencia se ven en la obligación de buscar alguna salida para la gran y catastrófica evidencia en la que les ha dejado el Brexit. ¿Por qué política (por llamarlo de alguna manera) creen ustedes que optarán para huir hacia adelante de este nuevo atolladero axfisiante? No se molesten en pensar demasiado, porque van a descubrir que ellos tampoco lo han hecho.

Ya nadie puede negar que el Brexit está siendo un absoluto desastre político, social y económico (y lo que vendrá)

Desde que comenzó el lamentable espectáculo del Brexit, han sido muchos meses de ver cómo los que lo promovieron incluso desaparecían de la escena política ante la evidencia de sus falsedades y de su propaganda, y de ver cómo los que se quedaban con el "encarguito" no paraban de perder el tiempo, de enfrascarse en negociaciones circulares, y de tratar de salir chocando de frente contra el muro del callejón sin salida que siempre les hemos dicho que suponía el Brexit para Gran Bretaña.

Ahora ese Brexit no sólo ha demostrado haber sido el producto de una democrática manipulación masiva auspiciada por la propaganda internacional, sino que además está prometiendo resultar en ser un absoluto fracaso socioeconómico de proporciones no vistas en siglos para Reino Unido, especialmente cuando las proyecciones económicas muestran que bajo todos los escenarios posibles la economía británica va a sufrir lo suyo. Ese fracaso queda doble y públicamente patente a la vista del estado de absoluto desastre político en el convulso panorama actual dentro el Parlamento británico.

Fueron los propios políticos "indepes" los que visionariamente optaron por la estrategia "maestra" de ligar su destino al del Brexit

Y ante este sombrío panorama que proyecta un Brexit desastroso, conviene recordar en este punto cómo los políticos catalanes de primerísimo nivel fueron los que tendieron puentes de paralelismo entre ese idolatrado Brexit y la ansiada independencia catalana. Para ambos casos, los políticos catalanes decían que, desde los medios, se trataba de amedrentar a la población predicando que tanto el Brexit como su ansiada indepedencia catalana iban a ser un desastre económico que no sería tal, y que tanto Reino Unido como Cataluña no sólo sobrevivirían a la independencia, sino que podrían salir incluso reforzados.

Imaginen cómo estará la cosa que ese Brexit sin acuerdo, del que desde ciertos sectores se habla tan alegremente en un ejercicio de total irresponsabilidad, y que últimamente parece más probable que nunca, supondría un cataclismo económico que sobrepasaría a la dañina Gran Recesión, un extremo afirmado casi por unanimidad entre los medios especializados e incluyendo al Banco de Inglaterra (y no se sabe a ciencia cierta cuánto de peor será). Ante este terrible horizonte, no son pocos los medios de primer nivel económico que ya abogan abiertamente por un segundo referendum, en el que al menos los británicos puedan confirmar si efectivamente se quieren suicidar socioeconómicamente, una vez que son conscientes de las narcóticas mentiras socioeconómicas con las que les manipularon en su día en las urnas.

Volviendo al tema de hoy, recordemos cómo los políticos del procés vaticinaban interesadamente que el Brexit iba a ser un proceso envuelto en una total normalidad económica, y algunos incluso osaban decir que iba a ser un éxito seguro para Reino Unido. De la misma manera, y como no podía ser de otra forma, exponían también la independencia catalana como un maná de progreso económico, lejos de las advertencias de prácticamente la totalidad de los medios salmón (los no subvencionados por el Govern, claro está).

Con el cataclismo que ahora ya ha empezado a demostrar ser el Brexit, tanto en el parlamento británico como en la calle, ya no le queda a nadie ni la sombra de la duda de que Reino Unido ha hecho el ridículo más espantoso ante Europa y ante todo el mundo, y que se cierne sobre el país un destructivo desastre socioeconómico del cual sólo queda por comprobar el grado en la escala de Richter. Paradójicamente, este escenario ha surgido habiendo partido de tesis pro-Brexit que en algunos censurables casos rozaban el claro supremacismo británico: no hay nada como creerse superior a otros porque sí, para que la realidad te acabe dando un baño de humildad a base de golpes (en este caso socioeconómicos).

Y tras ese sonoro fracaso británico, los independentistas catalanes, que navegaban "a rebufo" del "paradigmático" Brexit, quedan ahora en una posición extremadamente comprometida, de la que pretenden salir, como no podía ser de otra forma, con propaganda (necesariamente económica, en este caso). Estos políticos se sienten ahora argumentalmente acorralados, al haberse quedado sin referencias que vender con la propaganda económica, y siguiendo con más que escasos apoyos políticos internacionales, que realmente nunca llegaron a tener por parte de instancias oficiales. Recuerden que políticos de la "talla" del extremista Nigel Farage son de los pocos políticos europeos que han dado su apoyo al "procés". Una reveladora estrategia de internacionalización de los "indepes" que da por bueno aquel refrán de "dime con quién andas y te diré cómo eres".

La terrorífica estrategia del independentismo ante el portazo europeo fue tratar de agarrarse a un referéndum sobre el Catexit

No es la primera vez ni mucho menos que les escribimos sobre el caso catalán. Supone una honda preocupación socioeconómica para estas líneas, y que hemos abordado en ocasiones anteriores. Uno de esos análisis fue "Si Cataluña sale de la UE estaría sembrando un desastre socioeconómico enorme", y en él ya exponíamos cómo desde Europa se daba la espalda claramente al independentismo catalán. De hecho, incluso hemos visto recientemente cómo, en una medida sin precedentes, el PDeCAT ha sido expulsado por amplia mayoría de la "Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa", y lo han hecho censurándole su deriva independentista (además de sus numerosos y onerosos casos de corrupción).

No vamos a ahondar más hoy en la cuestión europea en lo relativo a la independencia catalana. Para ello les remitimos al análisis enlazado arriba que analizó el tema de forma monográfica. Aquí ya sólo les vamos a actualizar sobre cómo, tras recibir en Europa un portazo tras otro en la misma cara, las altas esferas del "procés" intentaron explorar la opción de que Cataluña se independizase también de Europa (obviamente no iban a admitir que lo que pasaba es que les estaban echando).

Fue el propio Puigdemont el que empezó a hacer declaraciones al más puro estilo anti-europeísta, con las que Puigdemont se colocó en la órbita de los partidos más ultraderechistas europeos, demostrando que era capaz de compartir con ellos argumentos y visiones sobre la Unión Europea. Pero Puigdemont y el independentismo chocaron de frente con el "seny" catalán (sí, afortunadamente queda algo de él), porque la sociedad catalana que se sigue sintiendo profundamente europea. Así, el tan previsible fracaso de esta estrategia anti-europeísta acabó explotando también en la cara de los dirigentes independentistas, y Puigdemont enseguida tuvo que salir a desdecirse y... en el fondo a dar claramente marcha atrás sobre sus anteriores declaraciones tan anti-europeístas. En este punto me permito decirles que, para juzgar correctamente a un político, tan importante como fijarse en lo que finalmente hace, es tener en cuenta lo que demuestra que es capaz de llegar a hacer.

Tras el fracaso del Brexit, al independentismo le da la "pataleta" de huir hacia adelante con propaganda económica

Ante el sombrío panorama anterior para los sectores independentistas, ¿Cuál podría ser la nueva estrategia "maestra" por la que optarían en este caso los "visionarios" dirigentes independentistas? Pues, no piensen mucho, porque la única salida que han sido capaces de ver para este callejón sin salida en el que ellos solos se han metido, ha sido optar por tratar de poner una venda al "seny" catalán, y forzar la máquina de la propaganda mediática para empezar a vender noticias salmón pro-independencia, que persiguen persuadir al sufrido "poble" precisamente en un terreno tan pantanoso para ellos como es la ciénaga económica que supone la socioeconomía de una Cataluña independiente.

Algunos se sentirán ofendidos por hablar aquí abiertamente de propaganda catalana. Primeramente, desde aquí no negamos que haya también una parte de propaganda española (una cierta dosis la hay en todos los países y en todos los medios), pero lo que ocurre en el panorama informativo catalán ya está claramente en otra órbita. Empezando por el censurable y letal hecho de que la práctica totalidad de los medios catalanes reciben umbilicales subvenciones de la Generalitat, lo cual dice muy poco en favor de los límites de su independencia (la de verdad), en la práctica además se ha demostrado que los medios subvencionados son mayormente medios que han tomado una deriva independentista, en muchos casos con terribles resultados sobre la calidad y el sesgo de su información.

Lo que algunos no dudan en calificar de propaganda catalana, empezó con argumentarios político-sociales que de argumentos sólidos tenían más bien poco, por no decir absolutamente nada (les recomiendo encarecidamente ver este vídeo para que sean conscientes de con qué estamos tratando), y que lo que en el fondo representaban era una pasional colección de irreales ensoñaciones independentistas. Ese argumentario político-ideológico inicial, lo empezaron a sazonar con "publirreportajes" que tan sólo contaban medias verdades o auténticas mentiras disfrazadas de verdades, y últimamente ya se estila entre sus filas inventar directa e impunemente información totalmente falsa al más puro estilo de la desinformación de la propaganda internacional.

Pero en el terreno económico, hasta el momento, esta propaganda no había hecho más que unas pocas incursiones, habiéndose encomendado como decíamos mayormente a las bondades de ese Brexit que decían no iba a ser ningún desastre, o a retorcer y sesgar los datos para negar la fuga de empresas. Pero este terreno económico es un terreno en el que ahora deben adentrarse inevitablemente, tras haberse quedado solos al comprobar que, tal vez Reino Unido no fuese una "República bananera", pero que sin embargo sí que ha demostrado ser una auténtica "República tetera", con el Brexit como indigesto té "English Breakfast".

Así que, demostrando que el fin justifica todos los medios para ciertos sectores, y a pesar de que ellos mismos siempre han sabido que la independencia no era socioeconómicamente viable, los independentistas han optado por negar la evidencia de los datos del desastre económico que el "procés" está suponiendo ya para el tejido económico catalán. Siendo la economía un tema que siempre preocupa mucho a la sociedad catalana (como debe ser), pero siendo la independencia un objetivo a conseguir por los "indepes" hasta que sean los únicos dueños de lo que habrá quedado como un solar, la única opción en su modus operandi era tejer una envolvente venda color salmón para ponérsela a los ojos de la pobre Cataluña, y así conseguir que camine ciegamente hasta el borde mismo del precipicio.

Manipular la realidad y mostrarla del revés puede resultar en una bonita imagen surrealista, pero eso no va a hacer la independencia sostenible económicamente

Como demostración de las tesis de este análisis, y como pueden leer en este artículo del diario El Español, en su reciente discurso de fin de año, Torra ha optado por utilizar un espacio "prime-time" para hablar de economía, vendiendo las bondades económicas de la proyección de una Cataluña independiente. Pero, obviamente, Torra iba a hablar de sueños "indepes", lejos de la realidad objetiva de que el propio ministerio de Comercio, así como el Instituto de Estadística de Cataluña, publican que al cierre del tercer trimestre de 2018 la inversión extranjera ha caído un 16,8%: profundizando cada vez más en la fuerte tendencia bajista iniciada en 2017, el momento álgido de la deriva independentista, cuando el índice se despeñó un contundente 40%.

La cifra debería hacer de todo menos sorprender, y menos a los dirigentes catalanes, puesto que, como habrán leído en el enlace anterior, en el sector económico ya contábamos con la clara declaración de intenciones que suponía que las encuestas entre inversores extranjeros revelaban que un 43,2% de los mismos asegura que la inestabilidad política es un factor vital en su toma de decisiones respecto a sus planes corporativos para España. Este factor se sitúa en segundo lugar entre los que les podrían disuadir de llevar a cabo inversiones en España. Ya saben, inestabilidad e inseguridad nunca se han llevado bien ni con las empresas ni con la economía, y nadie podrá negar que Cataluña lleva meses instalada en una gran inestabilidad política y social, y ahora también económica a una escala cada vez más amplia (y grave).

Como explica el diario El Español, en su mensaje Torra se limitó a "venirse arriba" con los datos del crecimiento del PIB, la creación de empleo y la evolución de las exportaciones catalanas, sin entrar a valorarlos con ninguna perspectiva. Como muy bien contraargumenta el artículo enlazado, la realidad sin embargo es que el crecimiento del PIB mostró un claro cambio de tendencia desde que el "procés" entró en su fase más radical, y Torra obvia el hecho comparativo de que Cataluña se está viendo sensiblemente más afectada por la ralentización económica internacional que otros países y que el resto de España. Antes de el proceso independentista, la situación era exactamente la contraria, y Cataluña crecía por encima de la media. Y eso que realmente lo que es independencia independencia, todavía no la hay, por lo que tan sólo estamos notando los efectos de su proyección a futuro: la dentellada de ese futuro independiente sería mucho más incisiva.

Algo similar ocurre con los datos del paro, tema en el que Torra se aferra a datos muy limitados de la EPA del tercer trimestre (que han sido buenos en Cataluña), y se abstiene ladinamente de ponerlos en perspectiva ni entrar a valorar las tendencias más a largo plazo. Respecto a las exportaciones, ya saben que desde estas líneas siempre hemos dicho que son el auténtico talón de Aquiles de una supuesta Cataluña independiente, que se vería aislada por aranceles al quedar fuera de la UE y España, sus principales mercados. Es lógico que las exportaciones sólo se empezasen a resentir cuando las fronteras de Cataluña se volviesen aduaneras, momento en el cual sus productos quedarían en cara inferioridad de condiciones frente a otros productos españoles y europeos.

Respecto al panorama empresarial, aunque los sectores independentistas se aferran al mantra de que la fuga de empresas de Cataluña es inofensiva porque mayormente se debe a un mero cambio de sede social, el hecho irrefutable es que incluso el cambio de sede social supone una clara declaración de intenciones sobre qué harían cuando se erigiese una frontera arancelaria. El dato es que la fuga de empresas alcanza ya a cierre de 2018 cotas que la cifran en 4.880 empresas que han hecho las maletas desde el 1-O.

A esto hay que añadir que ya no sólo de cambios de sede social va la cosa, sino de empresas que ya han decidido trasladar su producción a otros centros ubicados fuera de Cataluña. Aunque los motivos que se aducen en el caso concreto de Gallina Blanca son por una operación inmobiliaria, lo cierto es que el trasfondo del "procés" no ayuda, como demuestra el hecho de que es un secreto a voces que muchas empresas están sopesando la posibilidad de llevarse su producción fuera de Cataluña, e incluso en muchos casos hay planes de contingencia ya elaborados para hacerlo ante una eventual independencia.

La propaganda económica es un gran problema socioeconómico, y lo más peligroso es cuando con ella se pretende conseguir una quirúrgica "socio-sectomía"

El problema real de esta propaganda económica es que, lamentablemente, son demasiados los catalanes que ya no quieren ni leer la más mínima información que entre en cualquier grado de contradicción con sus creencias más pasionales, y se niegan a constrastar, argumentar, y razonar, e incluso a aplicar muchas veces el más mínimo espíritu crítico contra lo que en el fondo quieren seguir oyendo.

En realidad, para muchos, ese diálogo que tanto exigen como solución a la cuestión catalana, es tan sólo un postureo que esconde la ambición real de simplemente "monologar", y que su parte contraria se limite a asentir sin parar (y sin rechistar). Si les cabe alguna duda al respecto, asómense a las redes sociales y traten de entrablar algún tipo de debate constructivo con "indepes", y verán como, en la mayoría de los casos, en vez de contraargumentar o refutar sus datos, se limitan automáticamente a bloquearle a usted para que no pueda ni escribirles más. No hay peor sordo que el que no quiere oir. Por ello, a los independentistas que han llegado hasta este punto leyendo con espíritu de crítica constructiva, les dedico por partida doble mi más cordial enhorabuena: los comentarios están siempre abiertos para ustedes (y si mi vida me da tregua, prometo respuesta).

Negarse a dialogar (de verdad) y contraargumentar no es sino una clara declaración de inferioridad dialéctica. Además, cuando los razonamientos válidos les dan pavor a una parte importante de la población, es cuando todos debemos sentir miedo de verdad. Y lo peor de esto no es ya que la convivencia pacífica en Cataluña esté rota (incluso a nivel familiar en muchos casos), sino que cortando de raíz esa posibilidad de dialogar con la contraparte, se dinamitan los pocos puentes que podrían llevar al restablecimiento de esa convivencia. Esto es como tomarse un veneno mortal, habiendo pisoteado antes todas las ampollas del antídoto.

El pobre "poble" puede tragar hasta con el plato más indigesto; así que, tras el ridículo del Brexit, y ante la reiterada negativa de la Unión Europea a tener en su seno una Cataluña independiente, no descarten que incluso podamos llegar a oir por boca de los líderes independentistas cómo hacen propia la hilarante frase del genial Groucho Marx: "Jamás aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo". Curiosamente, esta frase fue acuñada por el famoso cómico cuando un club rechazó su solicitud de pertenencia al mismo.

No den nada por imposible en este campo de minas (anti-personales) en el que se ha convertido la cuestión catalana, porque hasta el escenario más rocambolesco tiene ahora mismo una probabilidad de suceso nada despreciable. Y no somos nosotros precisamente los que le asignamos esa probabilidad: nosotros tan sólo nos limitamos a contárselo a ustedes (y sin subvenciones públicas). Las sucesivas estrategias "maestras" improvisadamente adaptativas del independentismo entran de lleno en lo incongruente y hasta en lo cómico (si no fuese por su extrema gravedad). Pero no duden de que los independentistas todavía pueden profundizar mucho más en sus enormes simas argumentales y socioeconómicas.

De repúblicas va efectivamente la cosa, y a las tradicionales "Repúblicas bananeras", se han añadido ahora las "Repúblicas meloneras" que se reproducen por todo el mundo al calor del populismo más exacerbado. Casos especialmente sangrantes son la malograda "República tetera" que ha resultado ser el Reino Unido con todo el asunto del Brexit, y el caso de la "República escargotera" en que parece que algunos quieren convertir a Cataluña. Prepárense para leer a partir de ahora auténticas "caracoladas" de propaganda económica ruinosa. Una vez puesta en los ojos, tal vez la venda salmón tenga un color más seductor, pero no hace que la caída por el precipicio económico sea menos macabra.

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