Las políticas monetarias ultraflexibles promovidas por los principales bancos centrales del mundo han generado una burbuja expansiva en los mercados de capitales que acercan a la economía global a un nuevo momento Minsky, es decir, a un momento de gran inestabilidad financiera. Esta vez, y a diferencia de 2008, las burbujas también han disparado la deuda de los países en desarrollo haciendo que la estabilidad de los mercados financieros sea mucho más precaria que en el período 2008/2009. Una conjunción tal de malas políticas financieras desplegadas al unísono no se ha visto desde la crisis de 1929, lo que hace temer que sus consecuencias pueden resultar insospechadas.
Para entender un poco este fenómeno hay que recordar que tras el colapso de Lehman Brothers, los mercados financieros se congelaron y la Reserva Federal de Estados Unidos maquinó toda una operación para inyectar liquidez y volver a poner en funcionamiento a los mercados. Esa fue una gestión de urgencia de la crisis para evitar el colapso de un sistema sobreendeudado a nivel global. La mayoría de los países industrializados había experimentado en las últimas décadas un auge del crédito sin precedentes favorecido por la confianza en la desregulación financiera y la idea de que se había dominado el ciclo económico. En los años 80 y 90 ninguna institución era particularmente sensible al tema de la deuda. Al contrario, como decía Ronald Reagan y Margareth Thatcher, la deuda no era ningún problema.
El choque del 2008 demostró que los niveles de apalancamiento sí son importantes y de ahí derivó el pánico y el auxilio a las instituciones financieras y a las grandes empresas que financian a los gobiernos. Sin embargo, tras seis años de socorro los mercados siguen tambaleándose sin poder soltar el respiradero artificial que les ofrecen los bancos centrales y sin generar una verdadera recuperación en la economía real. Por eso se dice que el sistema financiero es un sistema zombi, y que apenas se corten los estímulos de los bancos centrales se generará una nueva tormenta financiera sin precedentes.
Más grandes y peligrosos
A decir verdad, las políticas no convencionales de los bancos centrales han estado muy lejos de impulsar la economía y el empleo. Sólo han permitido la reestructuración de una parte sistema financiero, con el riesgo de hacerlo aún más grande y peligroso de lo que era antes de la crisis. Los planes de flexibilización cuantitativa sólo han inflado los mercados de activos, y estas burbujas han creado una falsa sensación de riqueza. Hasta Alemania se encuentra bajo una burbuja inmobiliaria descomunal que puede estallar apenas se pinche el Deutsche Bank o el CommerzBank, dos de los bancos que más han especulado con las tasas de interés al cero por ciento, y que han sido sorprendidos en operaciones fraudulentas.
El problema central es que todas estas empresas y bancos zombis han seguido funcionando igual que antes de ser rescatados, cuando en verdad deberían haber desaparecido. Tarde o temprano este hecho deberá sincerarse y las carteras vencidas deberán reestructurarse o darse de baja, es decir, hacer la pérdida y borrar la deuda, dado que todo lo demás es autoengaño. En la actualidad se sigue pensado que la economía se recuperará y que pronto se verán los beneficios, cuando en realidad lo que hay que hacer es asumir las pérdidas de una vez para que el sistema comience a andar.
Por cierto que esta situación no satisface al sistema financiero. Es cosa de ver los resultados de la SAREB, y de todos los proyectos que han naufragado por pensar que el problema se resuelve en un dos por tres. El Edificio España es un ejemplo emblemático de la crisis, y es también un ejemplo de como España se metió en una burbuja sin precedentes durante décadas sin que la banca, el BCE, el FMI o el BIS advirtiera del peligro. No había peligro. En el libre mercado, todos los participantes se creen más inteligentes que el resto y por eso su actuar resulta en manada - todos son igual de listos -, y crean accidentes de todo tipo dado que subestiman las fuerzas de la economía real. Por eso que basta con hacer un análisis basado en la Q de Tobin (cociente entre el valor del activo y el valor de reposicion del activo) para dar cuenta que en el momento actual no hay ningún estímulo real a la inversión. Por eso que Europa también se enfrenta a un estancamiento secular, tal como ocurre con Estados Unidos.
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