Los trabajadores de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) se han echado a la calle para pedir que la actual empresa pública de gestión aeroportuaria no pase a manos privadas, amenazando de nuevo con el fantasma del paro para las próximas vacaciones de Semana Santa e incluso para el verano, en caso de que las negociaciones culminen en la privatización, con conocidos efectos tan perjudiciales para los usuarios de este medio de transporte y para los hosteleros como los que tuvieron lugar en el pasado mes de diciembre.
En mi opinión, establecer un marco de diálogo fructífero es una utopía en esta negociación, porque por un lado tenemos a unos trabajadores que poseen un convenio privilegiado, que controlan un aspecto vital como es la seguridad en el transporte aéreo, y por otro al gobierno y a la sociedad españolas, que no están dispuestos a mantener privilegios sectoriales en una economía con una alta tasa de desempleo y tras un endurecimiento generalizado de las condiciones laborales.
La fuerza de este colectivo radica en el potencial impacto que sus actuaciones pueden tener sobre la economía española, controlando un aspecto tan vital para el funcionamiento de un país como el transporte aéreo, teniendo actualmente la sartén por el mango, y justificando una vez más que esta posición de poder debe desaparecer para que las crisis pasadas no se repitan en un futuro.
Estos privilegios tendrán que desaparecer más pronto que tarde, no solo por las ganancias de eficiencia que se pueden obtener, sino por introducir flexibilidad, justicia y equidad en un mercado laboral que debe ser homogéneo, y en el todos los trabajadores deben coexistir sin distinción.
Vía | Cinco días En El Blog Salmón | Pimentel, arbitro entre Aena y los controladores, La demanda contra los controladores, todos piden, ¿en qué quedará? Imagen | monstermunch