La utilización de aceites no aptos para el consumo humano en la preparación de piensos para animales ha sumido al sector agropecuario alemán en un caos. Actualmente el gobierno alemán ha procedido al cierre de más de 4.700 granjas avícolas y porcinas al prohibirse la comercialización de sus productos hasta que finalicen todos los análisis del sector, generando unas pérdidas estimadas en las granjas entre 40 y 60 millones de euros semanales.
Por su parte, Corea de sur y Eslovaquia han suspendido las importaciones desde Alemania, aunque no todos los países han tenido la misma suerte, dado que Holanda o Inglaterra por ejemplo, ya han comercializado y consumido productos contaminados por dioxinas casi con toda probabilidad. El principal fabricante de piensos contaminados por dioxinas es Harles und Jentzsch, aunque existen piensos distribuidos por otras 125 fábricas con dioxinas en niveles superiores a los permitidos. Por su parte, el Ministerio de Agricultura alemán ratifica que no existe riesgo directo para los consumidores por el consumo de los huevos que se han exportado a Holanda e Inglaterra y que en todo caso, la fiscalía alemana abrirá diligencias para comprobar si existen responsabilidades penales o civiles por parte de los fabricantes.
Tal y como suele pasar periódicamente, otro problema en las cadenas de alimentación, sacude a media europa, bien a raíz de carnes contaminadas, bien a raíz de productos que no son aptos para el consumo animal ni humano. Estos problemas crean daños económicos importantes en los sectores afectados y en multitud de ocasiones, la confianza en dichos productos tarda bastante tiempo en recuperarse, tal y como ya sucedió con el problema de las vacas locas o la fiebre porcina. Veremos a ver cómo finaliza esta crisis agropecuaria alemana.
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