Que el 2022 puede ser un año de crisis todos lo tenemos claro, los ingredientes están ahí: alta inflación, problemas con los suministros globales, crisis energética, guerra en el este de Europa... pero algunos países llevan la delantera: Sri Lanka ha colapsado, sin ir más lejos.
Sri Lanka es un país asiático con una historia convulsa desde su independencia parcial en 1949 y total en 1972. Una guerra civil que duró 25 años y terminó finalmente en 2009. Y ahora, apenas una década después, su primer ministro presentó hace dos meses un escenario económico apocalíptico que finalmente se ha cumplido.
El país no tiene gasolina y las colas se multiplican. Las revueltas han incendiado la casa del Primer Ministro y llegado también a la casa presidencial. El Presidente ha dimitido y el Primer Ministro (que apenas lleva unos meses en el cargo) también. Y no hay soluciones sencillas para esta crisis.
Las cuentas de Sri Lanka
Hace dos meses el que era el nuevo primer ministro no quiso poner paños calientes y tomó el timón presentando unas cuentas absolutamente disparatadas, que no hacen más que mostrar el colapso ante el que están.
1. The next couple of months will be the most difficult ones of our lives. I have no desire to hide the truth and to lie to the public. Although these facts are unpleasant and terrifying, this is the true situation. #SriLankaEconomicCrisis
— Ranil Wickremesinghe (@RW_UNP) May 16, 2022
Por un lado el déficit público está en el 13% del PIB. Las reservas en dólares, que se situaban en 7.500 millones de dólares en noviembre de 2019, se han evaporado totalmente. No tiene petróleo y el que llega se agota inmediatamente. Los combustibles están llegando a cuentagotas, ya que no disponen de dólares para importarlos y las colas para llenar los depósitos son interminables.
Pero es que la generación de electricidad en Sri Lanka se basa principalmente en quemar petróleo. Los apagones duran 15 horas al día. No tienen gas. Tienen escasez de medicinas y equipamiento médico. Es un país al borde del abismo.
Y por supuesto todos los parches temporales aplicados en los dos últimos meses (que no han funcionad) se basan en líneas de crédito. Y el FMI va a entrar a rescatar al país, de lo contrario las consecuencias humanitarias serían catastróficas.
Los motivos
Una crisis tan general no puede tener un único motivo. La crisis empezó a fraguarse en 2019, con unos atentados brutales que espantaron al turismo. A esto se le sumó la crisis del Covid y un clima que no acompañó a la agricultura.
Pero no han sido solo eventos externos los que han precipitado la crisis. La gestión de los políticos ha sido pésima. Dos decisiones han arrastrado al país: la primera, la prohibición de usar fertilizantes químicos en la producción agrícola, un desastre para un país exportador de productos agrícolas; la segunda, la rebaja de impuestos del antiguo primer ministro, que hundió los ingresos y disparó el déficit.
¿Veremos más escenarios así en 2022?
Seguramente no sea el último país que veamos colapsar en 2022. Los precios de la energía y los alimentos más básicos (aceites) se están disparando y esto puede afectar gravemente a los países en desarrollo. Si la economía de un país está basada en unos pocos productos y estos no se ven afectados positivamente por las tendencias actuales, el país está condenado.
El FMI va a tener bastante trabajo este año. No perdamos de vista a países como Indonesia que ya tiene revueltas por los precios del aceite de palma, o países muy importadores de trigo como Irán. Por no hablar de algunos países africanos muy dependientes de los precios de los alimentos internacionales.