El sólido crecimiento que había mostrado Europa en los últimos meses pronto pasará a la historia. Los temas no resueltos de la crisis y los egoismos intrínsecos entre los banqueros han precipitado un fuerte descenso en la actividad económica y en las bolsas. El temor al impago de Irlanda es sólo uno de estos vectores resultantes. Tal vez el único conocido. Porque la crisis de Irlanda está develando las pugnas y el antagonismo existente entre Alemania y el Banco Central Europeo. Mientras Alemania defiende la quiebra de Irlanda, el BCE la rechaza porque “primero están los bancos”, sus bancos, los bancos dueños del BCE.
A seis meses de la creación del Fondo de Estabilización Europea por 750.000 millones de euros, los banqueros han sido los grandes beneficiados de la crisis al ser los primeros en la lista de acreedores. En este punto, Europa y el BCE han seguido fielmente la pauta establecida por Estados Unidos: pagar primero a los bancos. Por eso Alemania elaboró un plan diferente que promueve la reestructuración ordenada de las deudas de la eurozona, para que un país pueda quebrar. De esta manera los acreedores, es decir los bancos, deben asumir que no podrán cobrar todo lo que se les adeuda. Algo que, por cierto, los pone muy nerviosos.
Pese a que la propuesta de Alemania va para largo pues aún no cuenta con la aprobación de la UE, los bancos se ponen nerviosos y presionan por su pago desde la primera fila. Ellos saben muy bien que más vale un euro hoy que un euro mañana… más aún cuando ese mañana, de acuerdo a los planes de Alemania, puede que nunca llegue. Este es el nerviosismo que está presionando al alza los diferenciales de los bonos de deuda soberana de Irlanda y otros países. Europa ha vuelto a aquellos aciagos días de abril y mayo cuando se ardía bajo el fuego cruzado del temor al impago. Esto explica que el diferencial de los bonos soberanos con respecto al 2,4% que tiene Alemania, subió en cosa de días al 8% para Irlanda, 10% para Grecia, 6% para Portugal y 4,2% para España.
Parte de esto es producto de la propia torpeza de los gobiernos. Irlanda tuvo hasta septiembre la opción legal de poner fin a la garantía bancaria estatal a los tres principales bancos del país, envueltos en colosales burbujas inmobiliarias, por haber ocultado información clave sobre su solvencia y violar el convenio de 1971 de la Ley de su Banco Central. En vez de eso, aceptó la intervención del Banco Central Europeo y destinó los 55.000 millones de euros facilitados por el BCE, a cubrir los vencimientos que estos tres bancos tenían con la banca francesa, alemana y del Reino Unido. Desde entonces, Irlanda dejó de existir como una entidad fiscal autónoma y se convirtió en una sucursal del BCE.
Al igual que en otros países europeos, el endeudamiento de Irlanda es mayoritariamente de la banca privada. Hasta el año 2008 la relación deuda/PIB de Irlanda llegaba al 38%, pero el socorro a la banca la elevó al 100%. El pago de esta deuda significa que cada centavo de impuesto recaudado durante los próximos tres años se destinará a pagar las pérdidas bancarias. Todas estas acciones han sido plenamente respaldadas por el Banco Central Europeo, quien es, al parecer. el que ha tomado las riendas de Irlanda.
Mientras el BCE quiere obligar a Irlanda a recortes presupuestarios por valor de 15.000 millones de euros, la propuesta de Alemania sigue un camino completamente diferente al proponer la opción de quiebra. Con esta, los bancos deberán hacer la pérdida y asumir el costo de sus errores. Esta es la opción que se está haciendo notar en toda la periferia de la eurozona y los inversores entienden que la probabilidad de futuras suspensiones de pagos se han elevado drásticamente poniendo en peligro sus beneficios, de ahí la histeria bancaria. Parte de este antagonismo entre Alemania y el Banco Central Europeo, es lo que ha hundido a las bolsas en las últimas jornadas.
Más información | Morgan Kelly en IrishTimes.com
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