Desde que España empezó a recibir gran cantidad de población inmigrante, a finales de los años 90, se han usado como chivo expiatorio de todos los problemas que tenemos: trabajo, seguridad... e incluso precio de la vivienda.
Lo cierto es que desde aquella época las cosas han cambiado poco. De vez en cuando algún partido político saca a relucir la inmigración como el problema de alguna situación. Y en el caso de la vivienda últimamente lo hemos visto, aunque en esta ocasión es otro tipo de inmigración: la de los más adinerados.
En los años posteriores a la burbuja inmobiliaria (concretamente en 2013) se creó en España la golden visa: se concedía permiso de residencia en España (y, por tanto, en Europa) por invertir 500.000 euros en activos inmobiliarios.
Esta medida pretendía dos cosas: por un lado dar salida al enorme stock de viviendas que tenían entidades financieras con problemas; y por otro atraer inmigración cualificada. Y el Gobierno actual ha decidido eliminar estas golden visa por sus efectos perniciosos en el mercado inmobilario.
Los efectos negativos de la Golden Visa
El problema de esta medida es que los inmigrantes con dinero no iban a comprarse viviendas en pueblos y ciudades pequeñas sino que se centraban a las grandes capitales poniendo presión en un mercado que se iba recuperando rápido en estas zonas.
Aparte se podía atraer a gente conflictiva con dinero, como oligarcas rusos, que querían poder moverse libremente por Europa sin problemas de pasaporte. Básicamente España estaba vendiendo visados, pero en lugar de cobrar pedía que se compraran propiedades. Ojo que no somos el único país que tenemos algo similar.
No todo es negativo
Hay otros efectos positivos respecto a la creación de la golden visa. Efectivamente permite atraer a personas de alto poder adquisitivo, que muchas veces tienen empresas y generan un tejido empresarial más sólido en España. Es el caso de muchos latinoamericanos que han huído de sus países por los conflictos que tienen y se asientan en España generando PIB.
También es una forma de facilitar el permiso de residencia a gente que está pensando en venir al sur de Europa como expats, personas que tienen un buen trabajo que puede realizarse desde cualquier país. España tiene muchas zonas atractivas y la simple compra de una vivienda permite que se establezcan como residentes, pagando impuestos localmente y dotando de mayores ingresos al Estado.
Su presión sobre el mercado inmobiliario
Pero vayamos a la cuestión: ¿se han inflado los precios inmobiliarios debido a la golden visa o los inmigrantes ricos son un simple chivo expiatorio? Cualquier medida que aumente la demanda va a tener una influencia sobre el precio, pero en esta ocasión no parece muy significativa.
Los datos oficiales son claros: en 10 años se han concedido menos de 11.000 golden visas por compra de vivienda. Esto, sinceramente, no hace mella en el mercado.
De hecho, parece más bien una operación política (la mayoría de estos visados fueron concedidos a ciudadanos rusos) que realmente económica. La excusa es el mercado inmobiliario y es que al Gobierno actual le gusta más colgarse medallas que afrontar el problema. Y la realidad detrás es que con este mecanismo se nos estaban colando ciudadanos conflictivos y ya habíamos recibido algún toque internacional.
El problema real de la vivienda en España es que la demanda es mayor que la oferta y los precios suben. Esto ocurre principalmente en las ciudades, donde habría que construir mucho más. Es cierto que la inmigración ofrece una presión en los precios, pues añaden más demanda. Pero la mayor presión la ejerce la inmigración intraestado, es decir, desde otras zonas de España, y no los inmigrantes de fuera de España y menos aún los más adinerados que son pocos.