El desempleo es, sin lugar a dudas, uno de los problemas más importantes que existe en nuestro país. Ya en varias ocasiones hemos explicado este problema, como también los tipos principales de desempleo que existen. En esta ocasión toca turno de analizar las causas del mismo, pues como es lógico, no puede haber una solución a este problema si no se acierta estipulando las causas que lo provocan.
Sin embargo, debido a la complejidad del fenómeno y a la multitud de factores que le influyen, a lo largo de la historia los economistas no se han puesto de acuerdo sobre los motivos del paro. Por esta razón, existen varias posturas para explicar las causas del desempleo. Las más importantes son la teoría neoclásica y la teoría keynesiana.
Teoría neoclásica
Los defensores de la teoría neoclásica consideran que la regulación excesiva del mercado de trabajo supone un entorpecimiento insalvable para su correcto funcionamiento. Así, si los salarios pudieran subir y bajar libremente, sin convenios ni regulaciones, o si no existiesen trabas a la contratación y libre despido, entre otras medidas liberalizadoras, el desempleo no existiría.
Los neoclásicos equiparan el mercado de trabajaron con un mercado de competencia perfecta, y apuntan directamente a los sindicatos y, sobre todo, a los gobiernos como los causantes del desempleo, al imponer a los empresarios condicionantes como el salario mínimo, que impiden el ajuste correcto de la oferta y la demanda. En una situación de desempleo lo que sucede es que hay un exceso de oferta sobre demanda, pero este no se puede solucionar con una bajada de precios, en este caso de salarios.
La teoría neoclásica del mercado de trabajo defiende la denominada "Ley de Say", según la cual cada oferta crea su propia demanda. Esto significa que no es posible que exista desempleo de forma involuntaria, con la excepción del paro friccional, siempre que el mercado funcione con plena libertad y sin trabas regulatoria. Obsérvense las dos gráficas de más arriba para una mejor comprensión.
Teoría keynesiana
Frente a esta visión liberal, la teoría keynesiana ofrece un análisis totalmente opuesto. Por un lado, señala que la principal causa del desempleo no se encuentra en el mercado de trabajo en sí mismo, sino en el mercado de bienes y servicios. Esto se debe a que la cantidad de trabajadores que las empresas están dispuestas a contratar está en función de la cantidad de bienes y servicios que esperan vender, y del precio de estos. Cuando la demanda no es suficiente, las empresas prescinden de trabajadores, generando así desempleo.
Los defensores de Keynes no aceptan la teoría neoclásica de bajar los salarios para reducir así el desempleo, sino que creen que estos se fijan independientemente del volumen del mismo. Así, las empresas sólo aumentarán su contratación cuando esperen vender más. Además, consideran que si se reducen los salarios se disminuye también la demanda e incluso, de forma que se creará más desempleo al disminuir la producción.
Para una mejor explicación de su teoría, los keynesianos introducen el concepto de "expectativa" y defienden que las empresas crearán más o menos empleo en función de dos variables: primero, las "expectativas" sobre la marcha de sus negocios y de la economía en general; y segundo, los tipos de interés, es decir, el precio de endeudarse, de forma que una política de tipos bajos como la actual favorecería la creación de empleo.
Con todo, estos economistas promulgan que cuando el mercado no consigue por sí mismo resolver el problema de la crisis y del desempleo, Papá Estado ha de irrumpir en la economía hasta lograr que la demanda y la inversión se recuperen, y con ello se reduzca el desempleo, aunque ello supongo un aumento del endeudamiento de las finanzas públicas. ¿Recuerdan el Plan E? Pues básicamente eso.
Los tipos de interés y los impuestos se convierten, de esta forma, en las herramientas utilizadas por el Estado para regular el empleo. A bajos tipos, mayores facilidades de las empresas para acceder a financiación y, con ello, a crear empleo. Sin embargo, ¿no puede dar lugar este dinero barato a inversiones poco rentables, poco productivas y totalmente ineficientes? La hemeroteca de los últimos diez años nos dice que sí.
Del mismo modo, a través de los impuestos se regula la actividad económica en el mercado de bienes y servicios. Sin embargo, ¿subimos impuestos para recaudar más, poder invertir más y así generar más empleo? ¿Bajamos impuestos para incentivar el consumo y con ello aumentar la producción y el empleo? Normalmente los gobiernos optan por la primera opción, pues el afán recaudador es máximo cuando no hay forma de cuadrar las cuentas públicas. Les vuelvo a remitir a la hemeroteca de los últimos diez años.
Por último, esta visión de la economía tiene un problema añadido: cuando se alcanza la plena ocupación, si es que se alcanza, el aumento de la demanda y de la inversión se traduce en un aumento de precios, es decir, en una inflación de demanda. No en vano, para Keynes no podía existir desempleo con inflación ni inflación con desempleo, pues eran incompatibles.
Imagen | Remo, cedida por lector del blog
En El Blog Salmón | ¿Qué tipos de desempleo existen?