En los últimos meses se ha hablado mucho sobre la posibilidad de que la Unión Europea (UE) pueda emitir bonos para obtener un mayor volumen de financiación con el objetivo de solucionar las actuales tensiones de liquidez y aumentar el flujo de recursos financieros hacia las distintas economías. A priori puede parecer muy obvio que a un país de la talla de Alemania no le pueda interesar esta propuesta, porque supondría tirar del carro de los países con mayores necesidades de financiación y con un grado de solvencia más debilitado.
Al margen de analizar si esta propuesta será beneficiosa para los problemas financieros europeos, el punto de vista de Merkel me parece bastante razonable. En mi opinión, lo es no solo porque aunque no abandona el principio de solidaridad financiera entre los estados miembros, lo sitúa al nivel de la competitividad y el afán de superación entre los tres principales objetivos de gestión económica deseable, a la par que trata de incentivar a los estados con mayores dificultades para solucionar sus problemas económicos locales, con independencia de que llegado el caso, puedan recurrir a la ayuda financiera coordinada.
De instaurarse finalmente un sistema de ‘Eurobonos’ para la deuda de los países de la Unión Europea, esta acabaría convirtiéndose en un mero aplazamiento de los problemas actuales, sin introducir la disciplina necesaria, que a la larga debe abogar por la sostenibilidad del gasto público, garantizar el sistema de economía del bienestar, y una gestión eficaz tanto de los gastos así como de los ingresos. Todo lo que no sea eso, serán medidas parciales de visión cortoplacista, sin atacar al problema de fondo, la política fiscal típicamente expansiva y el endeudamiento excesivo de los estados.
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