El banco central de China ha enviado nuevamente este miércoles a las bolsas mundiales en picada tras una nueva y desesperada devaluación monetaria. Pese a haber afirmado que la devaluación del martes sería única, el banco popular de China sucumbió a la realidad de su debilidad económica y volvió a devaluar, infrigiendo así un duro golpe a los activos de riesgo y a los mercados emergentes de la región. Al mismo tiempo, ha dado una clara advertencia a Estados Unidos y Europa que no tendrá piedad para devaluar su moneda y avivar el miedo a una guerra de divisas si las decisiones se toman con un impacto negativo para China.
En el primer semestre de 2015 la máquina exportadora china se ha derrumbado por primera vez desde 2009 en un retroceso que amenaza con continuar en 2016. Si bien una de las razones de este débil crecimiento es la caída de la demanda en sus principales mercados: Europa, Estados Unidos, Japón, la otra razón es la pérdida de competitividad de sus precios que se han hecho relativamente "más caros" a medida que sus principales competidores como Japón, Corea, Taiwan, Malasia, Tailandia e Indonesia han devaluado significativamente sus monedas frente al dólar
La guerra de divisas iniciada en 2010 con los movimientos de Brasil, Japón, Corea, Perú, Tailandia y Malasia, se encuentra hoy en su batalla más cruenta con el descenso del yuan chino. China hará valer los intereses de sus industrias de exportación y no tendrá piedad para anular las "políticas de estabilización" de Europa y Estados Unidos. Mal que mal, tiene la moneda con la cual se transa el 22 por ciento del comercio mundial. Una baja en el precio relativo del yuan con respecto a las otras monedas pude ayudar a China a recuperar su industria, pero también puede crear un caos devastador en la industria occidental.
Moneda refugio frente al dólar y el euro
Pese que el Fondo Monetario Internacional, en la rigidez de su esquema, no ha permitido considerar el yuan dentro de las monedas de reserva, así lo han hecho los bancos centrales de más de 50 países, para los que el yuan ha sido una moneda refugio frente a la inestabilidad del euro y el dólar. Estas son monedas fiduciarias sin respaldo que se mantienen artificialmente a flote gracias a "la Fé" del mercado. Apenas el mercado comience a sentir el temblor en los cimientos de estas monedas, la economía mundial puede sufrir un crash como la caída de Lehman Brothers. Precisamente la caída de este banco ayuda a comprender muy bien lo que viene: nadie puso atención a los desequilibrios financieros que se propagaron tras el quiebre de Bretton Woods en 1971 y se potenciaron con la libre movilidad de capitales de los años 80 y la desregulación financiera de los años 90. Todas esas acciones avaladas por el "libre mercado" se convirtieron en el combustible de la crisis financiera.
Del mismo nadie tomó en cuenta la importancia del gigante asiático en la economía mundial y el mercado lo hizo todo para convertir a China en el mayor fabricante del mundo. Ahora China es la que aporta el músculo productivo y occidente deberá sufrir nuevas oleadas de desempleo. Lo de China es un golpe para todos los países. Para países asiáticos como Malasia, Tailandia, Indonesia, Singapur, Vietnam, Corea y Japón, esta devaluación implicará una caída de las exportaciones que reducirá el empleo y la demanda. Los países emergentes y productores de commodities como Brasil, Sudáfrica, Rusia, México, Venezuela o Argentina sufrirán una nueva oleada en la caída de sus exportaciones y el derrumbe de los precios, que afectarán el crecimiento y el empleo. Pero el golpe más duro será para Europa y Estados Unidos, que con sus tasas de interés al cero por ciento están sin margen de maniobra. En los países desarrollados se produce un efecto casi inmediato con el desplome en el valor de los activos, que significará nuevas reducciones en el comercio y el empleo.
No hay que hilar muy fino para detectar que el efecto de la devaluación china tendrá un impacto global. Esta vez China no podrá contener el desplome de la economía global por la vía del estímulo a la demanda y el precio de los commodities en los mercados emergentes. Ahora China es uno de los protagonistas de la crisis que sufre su propia derrota con su modelo de economía basada en las exportaciones y el auge de los mercados financieros. Tras el magro desempeño de la economía china en los últimos cuatro años, que revirtieron la tendencia de rápido crecimiento de las últimas tres décadas, China se enfrenta a la realidad de un declive largo y pronunciado. Por eso que el necesario e imperioso ajuste devaluatorio para controlar la hemorragia bursátil y el declive de los precios, será una bomba de racimo para el resto del mundo.
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