Después de vivir un período de repunte y euforia, los mercados bursátiles de todo el mundo han comenzado a caer estrepitosamente dando cuenta de la nueva realidad que invade el sistema: el caos y la volatilidad especulativa. Los problemas centrales que la economía mundial enfrenta, han caido en un círculo vicioso de repetición que los amplifica. Los gobiernos deben hacerse cargo de los mayores lastres que implican las quiebras de las instituciones financieras, y recurrir a fuertes recortes presupuestarios que debilitan aún más a la economía. Esa es la llamada “política de shock”. Un ajuste radical por la vía del “sálvese quien pueda”.
En Londres, el nuevo Primer Ministro ha anunciado el despido de 300.000 funcionarios públicos, aunque The Times sugiere que esta es la perspectiva más optimista pues los recortes pueden alcanzar a los 700.000 funcionarios. De esta forma, Hospitales, servicios educacionales, funcionarios de Justicia y de la Policía, pasarán a formar parte de los nuevos desempleados. ¿Alguien puede pensar que ésto va en beneficio de la actividad económica?
Los mismos factores que ayudaron a los mercados en el rebote del año pasado, como fueron los tipos de interés bajos y los programas de gasto estatal, trabajan ahora en contra porque todas las apuestas son de “una década perdida” para la economía mundial. Por tanto los inversionistas se alejan al primer asomo de riesgo y prefieren el dinero debajo del cochón, a mantenerlo en el medio del huracán. Los recortes y planes de austeridad los han hecho huir de los mercados dado que la apuesta es ahora por un enfriamiento generalizado, no solo de Europa y de Estados Unidos, sino del mundo entero.
Los índices de referencia han caído un 10% desde sus máximos recientes, y hasta la bolsa de Shanghai, la única que se había mantenido con un mercado alcista, ha comenzado a desplomarse. Hoy ese indicador está un 26% por debajo de sus máximos de agosto del año pasado. A su vez, el Bovespa, de Brasil, ha cedido un 16%. El Ibex español ha perdido un 20% desde enero; el PSI 20 de Portugal un 18%, y el Cac francés ha perdido un 15%, entre otros.
La lucha de los mercados mundiales es producto tanto de las perspectivas de una desaceleración del crecimiento, como de los mayores costos de los préstamos, y del plan de reforma financiera que ha propuesto el gobierno de Obama para Wall Street. A estos tres puntos debemos agregar un cuarto y nada menor: la delicada situación de la deuda soberana, que alcanzó un punto álgido esta semana con la medida de Alemania de prohibir las ventas de cortos y el trámite indiscriminado de los swaps de incumplimiento crediticio.
En estos tiempos de total incertidumbre que, como señala Wolfgang Schäuble, demuestran que “los mercados están fuera de control”, solo se impone la intervención, apelando, desde luego, a que haya cordura en una intervención que recupere el equilibrio y el empleo. Sin embargo, la intervención está resultando descontrolada y nada se hace en materia de empleo. Mientras éste no sea el foco principal de atención de los gobiernos, la economía mundial entrará en el caótico juego de la volatilidad, sumergiéndose lentamente en el abismo.
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