Las agencias de rating amargan la fiesta de la democracia española
El domingo los españoles mayores de 18 años acudimos a las urnas con el abanico de opciones más abierto que se recuerda en los últimos 20 años. La participación alcanzó el 73,2% y lo que muchos llaman la fiesta de la democracia discurrió con toda naturalidad, normalidad y con ilusión para bastantes personas, que esperaban un cambio radical en la política española.
Al día siguiente, donde había ilusión comenzaron los temores. Los resultados dibujaron lo que políticos, periodistas, expertos y ciudadanos no tardaron en denominar como una “España ingobernable”, debido a la elevada fragmentación que presenta el nuevo Parlamento.
Sin una mayoría absoluta y con ninguna garantía de pactos estables a la vista, el PP y el PSOE -que siguen siendo las fuerzas más votadas- tendrán que hacer encaje de bolillos si quieren gobernar. Y precisamente, ante este panorama, las agencias de rating no podían dejar pasar la ocasión para dar su “particular” punto de vista.
Como todos recordaréis, en lo peor de la crisis estas entidades fueron declaradas el enemigo número uno, ya que cada vez que abrían la boca no es que subiera el pan –véase la prima de riesgo-, sino que se disparaba y más desconfianza causaba España a los mercados dada su elevada influencia. Y eso después de que ninguna fuera capaz de ver venir la crisis financiera mundial.
Y han vuelto a hacerlo. Las agencias de rating ya han dado a conocer su visión sobre los resultados del domingo y, como no podía ser de otra forma, la alarma se ha disparado en los mercados.
El riesgo económico de votar
Primero fue Fitch, quien aseguró que los resultados de los comicios auguraban un gobierno débil en España “lo que implica riesgos para las metas fiscales”. La agencia señaló que para formar gobierno harían falta al menos tres partidos, lo que haría más difícil asegurar un gobierno estable, en su opinión.
Así, advirtió de que si el gobierno que finalmente se forme es “débil o depende de partidos radicales” se podrían revertir los efectos de las reformas anteriores.
Por su parte, Moody’s cree que la incertidumbre política que reina en España es negativa para el crédito del país, pues genera dudas acerca de que en el futuro gobierno siga cumpliendo con la agenda de reformas en marcha. Además, espera unas negociaciones harto complicadas para que pueda formarse un gobierno.
Ante toda esta incertidumbre los mercados reaccionaron con pánico. El Ibex cayó un 3,6% y la prima de riesgo subió a 122 puntos básicos el lunes, aunque el martes recuperó un leve 0,5%. No obstante, cabe recordar que en las sesiones posteriores a unas elecciones casi siempre se han producido caídas, sobre todo si hay cambios de gobierno, ya que los mercados son extremadamente conservadores.
¿Qué conclusión nos deja todo esto? Fácil, a tenor de las reacciones. Parece que a los mercados –esos entes desconocidos, temidos y poderosos- y a la comunidad económica les disgusta que votemos, así de simple. Toda esta alarma que están generando hace que nos replanteemos si realmente está preparado el poder para que la gente vote, para la democracia.
Durante los últimos años se ha venido pidiendo a la gente que se involucre, que se moje y que dé la cara, y cuando precisamente lo hace, el mundo entra en estado de pánico. Como bien se explica en este artículo de Magnet, España no es ingobernable y el Ejecutivo que pueda formarse aquí no será nada nuevo, pues Dinamarca, Países Bajos, Noruega, Suecia o la mismísima Alemania funcionan con gobiernos de coalición.
No obstante, hay muchos agentes interesados en que los gobiernos se hagan por mayoría absoluta, pues así es más fácil ejercer presión e influencia, como se ha visto en España en los últimos cuatro años. Aún es pronto para saber cómo acabará todo, pero es bastante improbable que las elecciones vuelvan a repetirse. Gobierne quien gobierne, España seguirá saliendo adelante, porque eso no depende tanto de los políticos como de las personas y, hasta el momento las personas han dado la talla.