La tasa de paro EPA se sitúa en el 20,33% a cierre del 2010, batiendo registros no vistos desde el año 97. En esta tesitura, las diferencias de distribución geográfica son latentes y se muestra un desolador mapa del paro en España en dónde la zona sur y Levante del país, tienen tasas de paro superiores al 22%.
A estos pésimos datos debemos sumarle la friolera 1.328.000 de hogares con todos sus miembros en activo en paro, cuya fuente principal de ingresos depende única y exclusivamente de los subsidios o del recurso fácil de la economía sumergida en muchos casos. Sí, economía sumergida, porque es socialmente insostenible que 1,32 millones de familias estén supeditadas única y exclusivamente a las ayudas públicas o a las transferencias de renta de padres a hijos o entre familiares.
Si a estos datos, le sumamos los parados de larga duración y el impacto del paro en los mayores de 50 años, la conclusión de empobrecimiento social es latente, más aún si se pone en marcha una reforma de pensiones que va a penalizar seriamente la falta de cotizaciones y que va a disminuir de manera muy importante la cuantía de la pensión de todos los trabajadores que pasan bastante tiempo en el paro.
Nuestra sociedad se empobrece cada día más, tanto por la falta de empleo como por el empeoramiento de las perspectivas económicas futuras. El tan traído “estado del bienestar”, debe ser un estado de bienestar real, pero hay veces que pienso, que en lugar de luchar por un bienestar, lo que estamos haciendo es un reparto equitativo de pobreza y miseria. Y esta pobreza, llega un día que levanta a la gente del sofá y los lanza a la calle. Cuidado, con el bienestar de pobreza, que nos puede saltar por los aires.
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