El mercado laboral se encuentra en plena convulsión. El desempleo no para de crecer desde el mes de marzo y hoy sumamos 3.857.776 parados. Se trata de un dato abrumador porque **el paro registró en mayo la mayor subida de su historia y, además, contamos con tres millones de personas en ERTE.
Por lo tanto, nos encontramos ante una gran oferta laboral que, hoy por hoy, el mercado es incapaz de dar una respuesta con los salarios existentes.
Que exista una mayor oferta, implica también que existirá una mayor competencia para cada una de las ofertas laborales publicadas. La competencia lleva a elegir los mejores candidatos para los mejores puestos y en este proceso de elección, un pequeño factor puede ser el decisivo para la selección.
Y es aquí donde empieza a ganar peso la figura del trabajador inmune. En otras palabras, un trabajador que ha sufrido el COVID-19, por lo que ha generado anticuerpos que le conceden una inmunidad.
En este contexto específico de desescalada y de una gran incertidumbre sobre si habrá que dar pasos atrás, en la que no se ha desarrollado la vacuna aún, y que las empresas invierten fuertemente en medidas de prevención, incluir las características de inmunidad en el currículum concede una ventaja competitiva ante la oferta laboral.
De hecho, ya hemos visto anuncios en que los ofertantes de un puesto laboral y citaban, como requisito deseable, que el trabajador tenga inmunidad o demandantes que trataban de diferenciarse incorporando esta característica.
El dilema
Hasta la fecha, los sindicatos españoles no han sido partidarios de la creación de un DNI inmunológico en el que se pueda favorecer el acceso a determinados puestos mientras no exista cura ni vacuna contra coronavirus.
El argumento que utilizan es que la existencia de seroprevalencia constituye un principio discriminatorio y la solicitud de obligatoria de este documento por la parte del empleador, sería invasiva salvo en determinadas categorías laborales como pudieran ser profesionales sanitarios que han experimentado un elevado grado de contagios hasta un total de 51.000.
No obstante, es imposible ignorar que la característica de seroprevalencia sea una cualidad que aporte un valor añadido en la estructura empresarial porque transmite seguridad tanto a la empresa como a los clientes, especialmente si se trata de un negocio de venta al público.
Imaginemos que somos una empresa que solicita para un puesto de trabajo un determinado perfil de cara el pública. Tras un proceso selección, constatamos que tenemos dos currículums equivalentes y ambos son perfectamente óptimos para desarrollar las funciones que se requiere para el puesto.
No obstante, en el currículum de uno de los candidatos consta que recientemente ha pasado el coronavirus y ha generado anticuerpos. Con este nuevo dato, debemos valorar si este sería un factor determinante para tomar una decisión final o debería ser ignorado para evitar el perjuicio del otro candidato.
Es en este punto el que se pone de manifiesto que verdaderamente aporta valor. Y por ello, no es descartable que en los próximos meses veamos un auge en este tipo de demandas laborales incluyan la inmunidad como uno más de los requisitos para acceder al puesto de trabajo.
En un momento en el que el mercado laboral está tan tensionado con un elevado stock de personas que están demandando empleo, es lógico tratar de diferenciarse lo máximo posible para conseguir el acceso a un trabajo. Y, especialmente, en el contexto que nos encontramos, la figura del DNI inmunológico o simplemente la incorporación del factor inmunidad en el currículum es de especial importancia porque genera valor para la empresa.