El precio de los carburantes en España es todo un disparate para un país cada vez más empobrecido. La sensación de atraco que sufre cualquier persona cada vez que va a reponer combustible en su vehículo está cada vez más presente. Incluso la propia Comisión Nacional de la Competencia aseguró una vez que “los carburantes suben como un cohete y bajan como una pluma”. ¿Hasta cuándo va a durar esta situación?
En los últimos cuatro años el litro de carburante se ha incrementado en nuestro país cerca de un 75%, una auténtica barbaridad que convierte a este producto básico en un bien cada vez más inaccesible para muchas personas, máxime cuando los salarios se han desplomado un 8,5% desde que estalló la crisis, según asegura el Instituto Nacional de Estadística.
La situación es tan insostenible que incluso el Gobierno ya ha llegado a reconocer en público que el alza de los carburantes es inasumible en la situación actual. Y para terminar de rizar el rizo, la gasolina subirá de nuevo en enero por el fin de la ayuda a los biocarburantes. Las razones de estos incrementos tan espectaculares son varias:
- La falta de competencia debido a la existencia de un mercado oligopolista en el que unas cuantas empresas se reparten a su antojo la totalidad del mercado.
- Del punto anterior se deriva la más que probable existencia de un cártel. Concretamente, la colusión consistiría en un pacto de precios que deja al consumidor indefenso.
- Las subidas casi ininterrumpidas desde 2008 del barril de Brent.
- El encarecimiento del dólar frente al euro, ya que el barril de Brent se negocia en la moneda norteamericana.
- Los conflictos en los países exportadores de petróleo: la primavera árabe, el embargo petrolero a Irán por parte de la UE, el conflicto de Siria, las paradas de las refinerías en Venezuela, etc.
Ante este panorama, el Gobierno tiene la obligación moral de intervenir el sector o liberarlo plenamente de una vez por todas. Una bajada de las tasas e impuestos al combustible sería una buena opción. No debemos olvidar que el 48,29% del precio de la gasolina de 95 octanos son impuestos. Del mismo modo, ¿qué papel juega la Comisión Nacional de la Competencia en todo esto? No olvidemos que su papel consiste en velar por el cumplimiento de las leyes de la competencia.
Sea como fuere, lo único cierto es que los españoles cada vez somos más pobres y prescindir de llenar un tanque de combustible no es una opción válida para muchas personas que dependen de su vehículo para acudir al trabajo. Cierto es que en muchas grandes ciudades el metro o el transporte público están lo suficientemente desarrollados como para prescindir de un vehículo propio. Sin embargo, en la gran mayoría del país, sobre todo en zonas rurales y ciudades pequeñas, esto no es posible.
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