Comprarse un coche es de por sí una de las aventuras más importantes que pueda vivir un conductor, pues debe enfrentarse a la elección y adquisición del bien de consumo duradero que supondrá movilizar una elevada cantidad de recursos, y que éste sufrirá una depreciación progresiva y, al mismo tiempo, deberá soportar un alto coste si decide financiarlo con un TAE entre el 7 y el 8 por ciento.
Si los problemas parecen pocos, se suma uno de gran trascendencia: el sector del automóvil vive un cambio estructural hacia el vehículo eléctrico. Esa realidad nos lleva a diferentes alternativas a valorar: el vehículo de combustión interna, el vehículo eléctrico y dos opciones intermedias: los híbridos estándar y los híbridos enchufables (PHEV).
Los híbridos estándar utilizan el frenado regenerativo y el motor de combustión interna para cargar un paquete de baterías y proporcionar energía eléctrica adicional. No se pueden cargar en una estación de carga de automóviles eléctricos, a diferencia de los PHEV. Esto hace que los PHEV sean más similares a los vehículos totalmente eléctricos. Los PHEV generalmente tienen baterías eléctricas más grandes que los híbridos estándar, con la capacidad de conducir solo con energía eléctrica.
Todo parece indicar que nos dirigimos hacia el coche eléctrico. Por lo tanto, estamos adoptando una tecnología que va madurando. Y es que, según BloombergNEF, el coste decreciente de producir baterías para vehículos eléctricos, combinado con líneas de producción dedicadas en las plantas de los fabricantes de automóviles, hará que su compra sea más barata, en promedio, dentro de los próximos seis años que los automóviles convencionales, incluso antes de cualquier subvención del gobierno.
El problema existente es que estamos en 2022 y nos encontramos en medio de una transición y nos enfrentamos a diversas variables a tener en cuenta para tratar de acertar en la compra de un coche.
El sobrecoste inicial de la opción eléctrica y las subvenciones
Debido a la diferencia tecnológica entre el vehículo de motor de combustión y el vehículo eléctrico, nos podemos encontrar que la versión eléctrica del modelo tenga un sobrecoste entre 5.000 y 10.000 euros, aunque a veces se encuentra por encima de esta cifra.
Esto se debe al coste de las baterías que sigue siendo caro pero decreciente en el tiempo. Según Transport & Environment, una organización sin fines de lucro con sede en Bruselas, los precios de las baterías nuevas caerán un 58% entre 2020 y 2030 a 58 dólares por kilovatio hora.
Una reducción en los costes de la batería a menos de 100 dólares por kWh se considera un paso importante hacia una mayor adopción de vehículos totalmente eléctricos y eliminaría en gran medida el atractivo financiero de los vehículos eléctricos híbridos, que combinan una batería con un motor convencional que hoy ostentan el mejor posicionamiento de cara al consumidor.
Aquí entran en juego las subvenciones, y el Gobierno ofrece ayudas económicas del Plan Moves III que varían en función del tipo de vehículo escogido. Factores como la autonomía y si el coche reemplazado acaba o no en el desguace van a influir decididamente en los importes de la subvención.
Si nos centramos en el vehículo 100% eléctrico (BEV) tenemos 4.500 euros de subvención si no entregas coche anterior. Por el contrario, si se entrega el coche sustituido para el desguace llega hasta los 7.000 euros. Estos importes se aplican a turismos que te ofrecen al menos 90km de autonomía eléctrica. Su precio máximo ha de ser de 45.000 euros y, en caso de tener 8 plazas, de 53.000 euros.
En el híbrido enchufable (PHEV) también tenemos ayudas. Si no se entrega el coche, la subvención es de 2.500 euros. Y si se entrega, llegamos a 5.000 euros de subvención. En este caso, tenemos un precio máximo de 45.000 euros y una autonomía en modo eléctrico de entre 30 y 90km.
Como vemos, una de las claves a tener en cuenta es si nuestro vehículo presenta un valor de mercado superior o no a los 2.500 euros.
A mismo tiempo, solo existe una diferencia de 2.000 euros entre la opción híbrida y eléctrica, lo que hace que la opción híbrida presente mayor atractivo a día de hoy.
Eso sí, dependerá de nuestras necesidades como consumidor. Y es que el vehículo híbridos están orientados para aquellos conductores que efectúen un trayecto diario corto porque es posible que pueda funcionar con electricidad durante la mayor parte de su tiempo de conducción.
Los costes tras la compra
A día de hoy y con los precios presentes, las estimaciones son que recargar un coche eléctrico/híbrido por cada 100 km es un 40% más barato que un vehículo de gasoil o gasolina.
Aquí se integran muchas variables que harán que el diferencial se incremente o se estreche. La más importante es si estamos recargando en hora punta (10:00h-14:00h y 18.00h-22:00h) u hora valle (de las 00:00h a las 08:00h) o a qué electrolinera o gasolinera acudimos.
En términos generales podríamos ahorrarnos unos 600 euros al año, si nos orientamos a una conducción eléctrica. Dependiendo de la elección del vehículo y el sobreprecio de su versión eléctrica, se tardará más o menos años en amortizar la segunda opción.
Como cálculo orientativo, si tras subvenciones, el diferencial de precio es de 2.500 euros, la amortización se efectuaría en 4 años y si llega a 5.000 euros, tardaríamos algo más de 8 años.
Además de pagar el combustible, existen otros costes asociados con la posesión de un vehículo. Los costes de mantenimiento, en particular, son una importante fuente de dinero para cualquier propietario de automóvil.
Los reemplazos de aceite de motor, líquido de transmisión, refrigerante y correa pueden acumularse durante la vida útil de un híbrido, aunque a un ritmo menor que los vehiculos de gasolina/gasoil que dependen exclusivamente de su motor de combustión.
Los vehículos eléctricos evitan los costes asociados con los motores de combustión. Sin embargo, todavía tienen gastos de mantenimiento en forma de problemas de automóviles universales como cambios de neumáticos, planes de seguros y daños estructurales.
Tanto los vehículos totalmente eléctricos como los híbridos corren el riesgo de degradación de la batería. Si todavía está dentro del período de garantía de la batería de su automóvil y su batería se degrada más allá del punto garantizado, no tendrá que preocuparse por pagar una batería de reemplazo.
Sin embargo, si ya pasó la garantía, reemplazar la batería eléctrica compleja podría terminar costando una cantidad significativa de dinero. La mayoría de los propietarios de vehiculos eléctricos o híbridos no necesitarán preocuparse por pagar para reemplazar la batería de su automóvil, pero es un riesgo a tener en cuenta.