En plena espiral de recesión económica y de subida de los carburantes como consecuencia del incremento del coste de las materias primas y de la guerra de Ucrania, las gasolineras low cost siguen consolidándose como un negocio plenamente rentable. Y todo ello es gracias a la reducción considerable de sus márgenes de beneficio por litro y a que prescinden de ciertos servicios como operarios. Sin duda, se han convertido en uno de los negocios más rentables en la actualidad.
El precio del combustible que ofrecen las gasolineras low cost suele ser entre un 10% y un 20% más bajo que el que brindan las tradicionales. De hecho, según datos de la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio Automáticas, el crecimiento medio anual de las gasolineras low cost es del 40%.
A raíz de la implantación de la Ley de Hidrocarburos 2013 en España, el sector de las gasolineras low cost ha conseguido liberarse del monopolio que poseían las grandes compañías petroleras. Además, la clave del éxito pasa por ser una diversificación del negocio. Y es que muchas de éstas en España están operadas por gigantes de la distribución como Costco, Carrefour, Alcampo o Leclerc. A esto se le suman los inversores que ven en ellas una oportunidad única.
El pago automático, el autoservicio y la automatización de procesos explican por qué triunfa este modelo. A ello se le suma la presencia de descuentos, promociones y aplicaciones móviles. Además, se ahorran gastos de tienda y fabrican ellos mismos sus surtidores y estructuras de manera 100% autónoma. En resumen, aunque ganan menos, venden más, y eso es sinónimo de éxito.
Un activo a largo plazo
Es curioso que este negocio sea rentable a pesar de que la gasolina es una commodity, es decir, un material tangible que se puede comerciar, comprar o vender e incluso que es utilizado como insumo en la fabricación de otros productos más refinados. Así es como el petróleo se emplea para producir, por ejemplo, materiales plásticos.
La gasolina es una commodity energética caracterizada, al igual que las otras categorías, por su volatilidad. Y es que las fluctuaciones del mercado hacen variar los precios del litro de combustible diariamente. Los commodity energéticos son un valor seguro, ya que pueden comercializarse como un producto homogéneo en todo el mundo. Para apostar por las gasolineras low cot los inversores tienen dos opciones; comprar acciones en empresas ya consolidadas o crear sus propias franquicias.
El precio de montar una gasolinera low cost como franquicia es variable, pero según la Guía de Franquicias de Emprendedores 2022 la inversión inicial oscila entre los 300.000 y los 400.000 euros. No obstante, las previsiones de facturación del primer año se sitúa entre los tres y los cinco millones de euros, por lo que el período de retorno de inversión de una franquicia low cost de esta commodity es de unos tres años.
Según la Energy Information Administration (EIA), el principal factor que impacta sobre los precios de la gasolina es el costo del petróleo crudo, pues supone el 52% del coste de la gasolina regular y el 48% del precio del diesel. De igual modo, los gastos de refinación, distribución y marketing e impuestos suponen un 19%, 14% y 16%, respectivamente, en el caso de la gasolina. En el diesel se traduce en un 15%, 20% y 18%.
Ejemplos de éxito
Petroprix es un ejemplo de que el negocio de las gasolineras low cost triunfa. Fundado por Manuel Santiago hace casi dos décadas en la localidad jienense de Martos, cerraron el año 2021 con una facturación de 360 millones de euros, el doble de los 200 millones ingresados en 2019. Por ello, cada vez son más las gasolineras low cost que apuestan por la internacionalización de su marca como clave del éxito.
Según los registros de la última memoria anual de la Asociación de Operadores Petrolíferos (AOP), en España había a finales de 2021 un total de 11.810 estaciones de servicio low cost operativas.
Un producto de calidad
A pesar de que muchas personas puedan pensar que las gasolineras low cost ofertan una commodity de peor calidad, eso es un error. Esos 5 o 10 céntimos por litro más baratos que las gasolineras convencionales no influyen en la calidad del producto, pues el carburante procede del distribuidor CLH (Compañía Logística de Hidrocarburos), que les proporciona el mismo carburante recibido de las refinerías.
Todos cumplen unos estándares de calidad mínimos establecidos para que su venta sea legal, por lo que la idea de que un combustible procedente de una gasolinera low cost acabará estropeándonos el coche es un bulo completamente falso, ya que todas están legalizadas y certificadas.
A diferencia de lo que se puede llegar a pensar, la gasolina es la misma, siendo la única variante los aditivos que cada marca aplica a sus combustibles. Con ellos se consigue limpiar el motor, reducir el consumo de commodities y mejorar el rendimiento del vehículo. En este sentido, Repsol, BP o Shell presumen de ofrecer la mejor gasolina al ser ellos mismos quienes añaden sus propios aditivos.
Por consiguiente, se puede asegurar que la gasolinera low cost es un negocio rentable a medio plazo debido a la reducción de costes y de los márgenes de beneficio, que se compensan con un mayor número de ventas.