Los políticos españolas han prometido, durante casi 40 años de democracia, una de las mentiras más descaradas y repetidas en la vida pública, cual es la continua promesa electoral de bajar los impuestos a los españoles.
Si algún partido político promete que va a bajar los impuestos, debemos desconfiar, no se lo crean, y lo más probable es que lo suban.
La debilidad fiscal española no permite bajar impuestos y el sacrificio será más grande según pase el tiempo. España tiene un déficit elevado para la evolución de la economía, una deuda pública superior a la conveniente para no tener problemas de financiación, y una tendencia alcista del gasto.
Nos podemos preguntar: ¿Plantear reducciones de los impuestos es posible y políticamente es conveniente que lo prometan?
El gran lastre es la pasividad fiscal de los partidos políticos
Es muy discutible qué impuestos deben subir y cuáles deben bajar, cómo preservar aquellos que más ayudan a la actividad española y al empleo, cómo recompensar el esfuerzo personal y el ahorro de las familias, pero en medio plazo solo existe la opción de aumentar los ingresos de las arcas de España.
Para potenciar el crecimiento a través de la consolidación fiscal ha sido mejorable en los últimos años, sobre todo en aquellos en los que el crecimiento de la economía española ha estado por encima de potencial, con tasas reales por encima del 3 por ciento.
Aunque los presupuestos públicos presentados por el PP han mirado que la partida de gasto aumentará por debajo del PIB nominal, las circunstancias y querer corregir el desequilibrio a través de ir hacia un déficit 0 para aprovechar el margen que ofrece este periodo de crecimiento de la actividad, en la que unas cuantas partidas estaban en contracción, así como aliviar la factura financiera de los tipos de interés.
Existe una pasividad fiscal de los partidos políticos. Ni cuando antes del inicio de esta gran crisis económica desbordaba ingresos se consiguió reducir el déficit estructural, ni ahora que aumenta, vía ingresos o vía gastos, la consolidación fiscal.
Los impuestos no pueden bajar si se quiere controlar la deuda pública
El futuro de las cuentas públicas y su capacidad de reducir la deuda y refinanciarla es el gasto. Los escenarios previstos por la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) para la deuda pública establecen que desde el 98 por ciento del PIB actual solo bajará en condiciones de normalidad hasta el 78 por ciento en 2027, y si se consigue mantener el ritmo actual hasta 2035 se podrá conseguir reducirse hasta el 60 por ciento.
En escenarios más pesimistas de nuestra economía, el umbral para conseguir este objetivo se retrasaría. Este intento de controlar los pasivos público vivos en relación del PIB es debido a los pocos esfuerzos en la reducción de la deuda pública.
La gran dificultad para disminuir sus pasivos públicos son las tensiones del gasto público, que están manifiestas en una sociedad que quiere llegar a los estándares de Europa de protección social y de su calidad de infraestructuras.
El gasto público en España ha oscilado en los últimos 25 años entre el 38,4 por ciento y el 46,2 por ciento de la riqueza, este umbral bajo en 2003 y el máximo 2009, cuando se disparó los gastos por la crisis, sociales y financieros, y que coincidió con los máximos en el déficit fiscal, con una reducción de los ingresos tributarios regulares y extraordinarios.
El agujero del sistema de pensiones
Lo más normal es que el déficit del gasto se realice a través de una reducción más intensa del déficit y de la deuda, a través de un aumento de los ingresos por ampliación de las bases imponibles de los impuestos, la búsqueda de otras nuevas o por subida de los tipos de tributos y las cotizaciones.
Las diferencias más significativas de gasto están allí donde se manifiestan las demandas sociales por colectivos profesionales, sindicatos y partidos políticos. La protección a la vejez de los españoles supone en España el 9,8 por ciento, frente un 11,1 por ciento de promedio de la Unión Europea, un 13 por ciento en Francia y un 14,2 por ciento en Italia.
Es precisamente esta partida donde el aumento será más significativo en los próximos años por el mayor envejecimiento de la población española, que puede llegar a ser el 14 por ciento del PIB.
El sistema de pensiones español tiene un agujero anual de alrededor a los 20.000 millones de euros, que solo puede reducir con una mayor creación de empleo y un aumento de los tipos de cotización, puesto que las bases medias de cotización están estancadas por la reducción salarial, es decir, que los españoles cobran menos y, por tanto, cotizan menos.
Existen grandes brechas en la sanidad española, ayudas a la vivienda y la familia, y en las políticas educativas. En euros por habitante el gasto en protección esta sobre los 5.300 euros en España y llega a los 7.100 euros de promedio en Europa, con más de 10.000 euros en Francia y 9.500 euros en Alemania.
Nuevos impuestos, IVA e IRPF claves para el futuro impositivo
Preservar el control del déficit para reducir la deuda es indispensable, y que los tipos de interés acabaran por aumentar porque no pueden quedarse situados en el 0, aumentando la factura financiera, la única posibilidad para parar este avance del gasto es la mejora de los ingresos públicos.
Todos los impuestos tienen un carácter cíclico, salvo la contribución urbana que grava a los inmuebles, conviene reforzar aquellos impuestos con menos variabilidad para evitar crisis repentinas de recaudación que pueda desequilibrar las cuentas y que produzcan un aumento mayor de la factura financiera.
España sigue siendo de los países de la Unión Europea con menos recursos generados por IVA en función del su PIB. Esto es uno de los temas que deben resolver los partidos políticos en una economía cada vez dependiente de los servicios y con altos niveles de evasión fiscal.
Las medidas de control de pagos en efectivo y el uso cada vez más extendido de las tarjetas y el móvil como medio de pago afloran lentamente parte de la evasión, ahora una de las más altas de todos los países de Europa.
AIReF detalla varios motivos por los que la elasticidad de la recaudación sobre la evaluación del PIB es inferior al 1:
- La ausencia de inflación frena el avance de los salarios y las cotizaciones.
- La orientación de la economía hacia la exportación que disminuye los ingresos por IVA.
- La brecha entre las bases imponibles y las bases contables en el Impuesto de Sociedades.
Todo esto aconsejan buscar alternativas para gravar e ingresar. Además de no dejar ni un céntimo de euro sin someterlo a los impuestos y, por tanto, será necesario nuevos impuestos sobre hechos económicos nuevos, además de un control sobre los nuevos formatos de comercialización.
Mire por donde se mire es inevitable aumentar las cotizaciones que financian las pensiones, y cada vez llegar al nivel de Europa en cuestión de presión fiscal general e individual, pues todavía existe un gran recorrido dentro del IRPF y el IVA.
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