En un mundo donde siempre tenemos que tomar decisiones, no es fácil tomar la decisión correcta ya que los términos de las decisiones no siempre están claras y raras veces uno tiene disponible toda la información necesaria para tomar la decisión más acertada. No obstante, incluso cuando la decisión que se tiene que tomar es relativamente fácil, nuestras mentes lo complican, según un Estudio de Rom Schrift, de la escuela de negocios, Wharton, y de Oded Netzer y Ran Kivetz de la universidad de Columbia.
Que tenemos que tomar muchas decisiones en el mundo de los negocios está claro, el problema es que estas toman energía mental, generan estrés, consumen tiempo e, incluso, estos impactos pueden llevarnos a tomar las decisiones equivocadas, incluso cuando la decisión es relativamente simple. Nos resaltan tres formas de cómo nuestras mentes pueden complicar decisiones, que, en principio, deben ser relativamente fáciles, y que explican en el artículo vinculado:
- Haciendo decisiones sin importancia parecer más importantes.
- Haciendo dos alternativas parecer similares, cuando realmente no lo son.
- Cambiando nuestras preferencias durante el proceso, complicando la toma de decisión.
Para ayudarnos, dicen que es recomendable escribir nuestras preferencias y nuestros objetivos desde el principio para así poder quedarnos anclados en lo que realmente buscamos. También nos aconsejan tener a alguien con quién se pueda hablar sobre la decisión, antes y durante el proceso, alguien que no estará sufriendo los cambios mentales que podemos sufrir en pleno trabajo.
No quiere decir que no se pueden cambiar los objetivos y las preferencias, lo importante es que no sean cambios relacionados con las presiones emocionales que uno sufre durante las presiones causadas durante el proceso de toma de decisión.
Vía | BNET (en inglés)
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