Los bajos tipos de interés de esta década están haciendo que la estrategia de búsqueda de rentabilidad de los grandes fondos de inversión esté cambiando. El mercado tradicional era muy claro, muy compartimentado, pero cada vez lo es menos y las barreras se difuminan.
El problema es que con unos tipos de interés bajos la rentabilidad interesante se concentra en operaciones de mayor riesgo. Y donde antes había unos fondos que invertían en lugares determinados ahora la cadena se ha movido y hay empujones.
La inversión en bonos high yield está disparada
La inversión en bonos se considera la más conservadora posible. En este caso se invierte en un producto de un precio definido, que puede variar durante su cotización, pero que a vencimiento se recupera el dinero y durante su posesión se paga un cupón anual.
Sin embargo las rentabilidades de los cupones se han desplomado. Los casos de deuda pública son claramente poco rentables. Por poner un ejemplo los bonos de España a cinco años dan rentabilidad del 0% y los de 10 años únicamente el 0,5%. Si nos vamos a países más atractivos estas rentabilidades están en negativo.
Por tanto los tradicionales inversores de bonos están migrando a bonos high yield, es decir, bonos basura. Bonos con calificación crediticia por debajo del grado de inversión. Son bonos que sí ofrecen rentabilidades del cupón medianamente atractivas pero cuyo riesgo es mucho mayor: existe una incertidumbre de que a vencimiento se logre recuperar lo invertido.
Y donde hace solo una década era prácticamente imposible para un inversor particular comprar bonos high yield (solo estaban disponibles para invesores profesionales) ahora es realmente sencillo a través de múltiples ETFs que los comercializan.
La inversión en cotizadas no es suficiente
Por otro lado están los fondos que tradicionalmente invertían en empresas cotizadas. Debido a la búsqueda de rentabilidad de todos los inversores las acciones de empresas cotizadas están caras, o así lo piensan muchos actores. Y para encontrar rentabilidades más atractivas hay que irse a la inversión en empresas no cotizadas (private equity).
Este tipo de inversión tiene una pega bastante grande y es la liquidez. Los bancos normalmente tienen limitada su exposición por motivos regulatorios, pero algunos fondos están moviendo parte de su inversión a empresas no cotizadas. Y lo que antes era una exclusiva para inversores institucionales ahora está llegando a fondos más masivos.
Los fondos de private equity hacia el venture capital
El agua sigue subiendo y los que antes buscaban rentabilidad en empresas no cotizadas encuentran nuevos competidores y suben en la cadena. Y lo que antes era un terreno exclusivamente para dinero venture capital (VC) ahora no tanto.
Un caso paradigmático es el de Tiger Global, un fondo muy grande especializado el private equity que ahora está realizando grandes operaciones en Venture Capital (en etapas tardías). Son muy ágiles y en 2021 están acelerando este tipo de inversiones.
Lo cual empuja a los tradicionales del Venture Capital hacia etapas aún más tempranas de financiación. En España hubo recientemente un movimiento en este sentido, con K Fund lanzando un programa específico de inversión semilla (Seed), K Founders.
Y esto, a su vez, empuja a los business angels, que se quedan sin mercado pues una empresa que se está montando casi siempre preferirá dinero de un fondo que de un individuo, pues le permitirá levantar las siguientes rondas con mayor facilidad.
Más rentabilidad pero más riesgo
En todo este proceso de búsqueda de rentabilidad lo cierto es que toda la cadena está asumiendo más riesgo. Los fondos de bonos invirtiendo en high yield y por tanto no siendo una inversión segura. Los fondos que tradicionalmente iban solo a por cotizadas que ahora invierten en private equity pero a cambio de menor liquidez. Los fondos de private equity que se meten en etapas más tempranas de las empresas y por tanto cuando el negocio no está consolidado. Y los VC, especialistas en las etapas de crecimiento, que entran en el capital de las empresas cuando todavía es solo una apuesta, una idea.
Todo este proceso está creando una situación peligrosa, pues el riesgo aumenta pero quizá el inversor final no lo está apreciando. Y además el riesgo puede ser aún mayor pues los gestores de los fondos están saliendo de su zona de control. Y si se invierte en algo no controlado el riesgo puede ser aún mayor.
Por tanto, cuidado con estos movimientos. Cuando se invierte en un fondo hay que tener claro qué estrategia están siguiendo y también si han cambiado desde el pasado. Rentabilidades pasadas no aseguran las futuras, pero menos aún si están usando estrategias novedosas.