"La euforia de los mercados financieros está desfasada con respecto a las perspectivas económicas y la tambaleante geopolítica mundial", aseguró el Banco de Pagos Internacionales, en su informe anual publicado este domingo en Basilea. El BIS señala que, en sus excesos, los mercados financieros se han desprendido de la realidad, y llama a los gobiernos a deshacerse de las políticas que avivan el insostenible auge de los activos. Es decir, el BIS también considera que las tasas de interés históricamente bajas que mantienen los principales bancos centrales del mundo, ha ayudado a incubar una constelación de burbujas financieras que amenazan con un tsunami devastador sembrando las semillas de la propia destrucción del sistema.
Los bancos centrales no deben caer en la trampa de subir las tasas de interés “demasiado lento y demasiado tarde”, señala el informe, llamando a los responsables de políticas a frenar el aumento constante de la carga de la deuda a nivel mundial, tanto pública como privada. El BIS advierte que los riesgos sistémicos se han propagado por todo el mundo, y los países emergentes no están exentos de estos peligros, justamente por la expansión del crédito y la explosión de la deuda en momentos de gran incertidumbre global.
Esto confirma lo que hemos apuntado en torno a los desórdenes del sistema financiero y la desconexión existente entre el sistema financiero y la economía real, lo que ha hecho surgir la necesidad de una fontanería financiera para vigilar los flujos del sistema. También confirma que el fin de la crisis está aún muy lejano. Es más: una vez que los bancos centrales comiencen a dar el giro en sus políticas monetarias puede producirse una nueva recesión dado que nada podrá detener al Titanic de le economía global en zambullida chocando con un nuevo iceberg de créditos basura. Todo se ha hecho tarde, y mal, y con el mezquino afán de proteger las espaldas del sistema financiero, descuidando la economía real, que es la que genera empleo y crecimiento. La política monetaria no sólo se ha tornado totalmente ineficiente, sino que ha potenciado el surgimiento de burbujas en gran escala.
El nuevo economista jefe del BIS, Hyun Song Shin, indicó que “Actualmente todo se ve muy bien (refiriéndose a las alzas generalizadas de las bolsas en el primer trimestre del año), pero es posible que se produzca un cambio muy doloroso y destructivo”. El economista de Corea del Sur y ex asesor presidencial en su país de origen, considera que la fuerte volatilidad en los precios de los mercados mundiales es una señal de advertencia. La calma es engañosa y la acumulación de riesgos es enorme. La euforia de los mercados financieros no se condice con la debilidad de la economía real y los magros niveles de inversión. Toda la “inversión” ha ido a parar a los flujos especulativos que hinchan las burbujas, mientras la inversión en la economía real se ha desplomado. El bajo crecimiento alimentado por una alta deuda no es sostenible, indicó Song Shin.
Un sistema financiero desconectado de la economía real
Las bajas tasas de interés que ofrece la banca obliga a los inversores a buscar rentabilidades más altas en la senda de la especulación, impulsando al alza los precios de las acciones y otros activos, sin ninguna consideración por el riesgo. Esta desconexión del sistema financiero con la economía real (tema al cual hemos dedicado varios post: ¿Es neutral el dinero en la economía?, La neutralidad del dinero y el contraataque al paradigma mercantilista) está provocando que la crisis iniciada el año 2007 podría prolongarse unos cinco o diez años más. Es decir, una recuperación demasiado lenta al ser incapaz de crear empleo porque los recursos han sido mal distribuídos a gran escala. El aumento de la desigualdad, que se constata a través de varias instituciones especializadas y sobre lo cual no existen dos opiniones, es justamente una consecuencia del descalabro que han provocado los bancos centrales al salvar a los ricos y descuidar al resto del mundo. Las políticas neoliberales impuestas por la troika y amparadas por España y Alemania (son rechazadas abiertamente en Italia y Grecia, y subrepticiamente en Francia, como demostró el triunfo de Marine Le Pen), están sumiendo al mundo en una situación caótica que puede tomar décadas componer, aunque los propios culpables como Wolfgang Schäuble comienzan a manifestar sus temores ante las nuevas burbujas que nos pueden llevar a un callejón sin salida.
El informe del BIS señala que en el primer semestre de este año el optimismo de los inversores siguió alimentando las altas valoraciones de los activos, pese a las incertidumbres macroeconómicas y geopolíticas... A principios de año, la preocupación por la debilidad de la economía de Estados Unidos se intensificó, producto de los temas relacionados con el clima que pusieron presión a los precios de las materias primas en los países emergentes. Las tensiones geopolíticas en torno a Ucrania han ocasionado pérdidas en Rusia y los mercados de la Europa del Este, ocasionando profundos retrocesos también en toda Europa, dado que ese costo habrá que pagarlo. El PIB de Estados Unidos retrocedió el primer trimestre a una tasa anual de -2,9 por ciento, la peor en 5 años.
Las señales de desequilibrio son abundantes, y el hinchamiento de las burbujas ha provocado un sobrecalentamiento en los mercados emergentes dado que el aumento en el valor de las acciones no ha sido concordado con un aumento de la inversión. De hecho, la inversión se está desplomando a nivel mundial, y es la razón de que las ganancias de la productividad estén disminuyendo en la mayoría de las economía avanzadas. A pesar de la euforia de los mercados financieros, la inversión es nula. Los inversionistas prefieren especular con el dinero en vez de aumentar la capacidad productiva. Esto lleva a un modelo de crecimiento basado en la deuda (pública y privada) que con el tiempo siembra las semillas de su propia destrucción.
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