Hace tan solo unos años los propietarios de explotaciones agrícolas se las veían y se las deseaban para reunir al número suficiente de trabajadores para recolectar su producción, viéndose forzados a recurrir a la mano de obra extranjera ante la imposibilidad de encontrar mano de obra nacional.
Con la llegada de la crisis económica, y la destrucción de empleo como consecuencia del menor volumen de ventas y las quiebras empresariales, parte de los activos que trabajaban en el sector de la construcción, la industria o la hostelería, entre otros, han levantado la mano para trabajar en el sector agrícola, compitiendo con la mano de obra extranjera, que es la que se ha encargado de ello en los últimos años.
Dejando a un lado la discusión sobre si la llegada de mano de obra extranjera es positiva o no, compartirán conmigo que está generando un conflicto socioeconómico en muchas zonas rurales de nuestra geografía. Máxime cuando el trabajo y las labores de la tierra, desde antiguo, han actuado como ‘refugio’ en épocas de adversidad, absorbiendo a los trabajadores expulsados de otros sectores ante el acaecimiento de determinadas circunstancias.
Ahora el escenario es un tanto diferente al que se dió en otras épocas de nuestra historia reciente, y la diferencia más abultada es la superación de las fronteras territoriales y de la movilidad de los trabajadores dentro de la Unión Europea (UE), que sitúa a todos los ciudadanos europeos en igualdad de condiciones para competir dentro del territorio europeo.
Estos ciudadanos, los inmigrantes, se acogían a estos empleos al rechazarlos los españoles por la escasa cuantía de los jornales y al ser un trabajo muy duro, ahora las circunstancias han cambiado, y por tanto, deben competir con otros ciudadanos, justo cuando los ‘modestos salarios’ se han vuelto atractivos.
En El Blog Salmón | Otro golpe al sector agrícola español
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