España ha destacado en los últimos años por un crecimiento notable del PIB que, a primera vista, parece indicar una recuperación sólida tras las crisis recientes. Sin embargo, cuando se analiza el PIB per cápita, un indicador más ajustado que tiene en cuenta la población total, los datos cuentan una historia diferente.
En este contexto, el crecimiento económico español está estrechamente ligado al aumento de la población debido a la inmigración, y no tanto a un incremento significativo de la productividad o el rendimiento económico individual.
De acuerdo con Eurostat y el INE, el PIB per cápita en España, tomando como referencia el IV trimestre de 2019 (prepandemia), se ha recuperado, pero su crecimiento está lejos de liderar el ranking europeo. En diciembre de 2024, España sigue rezagada en comparación con países como Alemania, Francia y Grecia. Mientras que el conjunto de la zona euro muestra una recuperación sostenida, con niveles que superan los datos prepandemia, España apenas logra mantener un ritmo de crecimiento similar al promedio.
Crecimiento del PIB per cápita desde el 4T2019 hasta el 2T2024:
— Jon González (@Jongonzlz) December 3, 2024
🇪🇺 +2,7%
🇪🇸 + 2,4%
🇩🇪 -1,6%
🇫🇷 +2,1%
🇮🇹 +6,8%
🇵🇹 +3,9%
🇬🇷 +10,9% pic.twitter.com/lvyAGnysmk
La gráfica del PIB per cápita muestra que España tuvo una caída más pronunciada durante el inicio de la pandemia en comparación con otros países de la UE. Aunque ha logrado recuperar terreno, este progreso no es excepcional. Alemania, por ejemplo, lidera en términos de recuperación, y países como Portugal, aunque históricamente más rezagados, han experimentado un crecimiento más uniforme en los últimos años.
El "truco" de la inmigración en los datos de PIB
El crecimiento del PIB total en España está muy influenciado por el incremento de la población a través de la inmigración. En la última década, España ha experimentado un fuerte aumento en la llegada de inmigrantes, lo que ha impulsado tanto la oferta laboral como el consumo interno, dos factores clave para el crecimiento del PIB total.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, entre 2010 y 2020, la población inmigrante en España creció un 20%. Solo en 2022, el número de extranjeros residentes en el país aumentó en más de 400.000 personas, alcanzando cerca de 6 millones. Este aumento demográfico tiene un impacto directo en el PIB, ya que un mayor número de trabajadores y consumidores impulsa la actividad económica.
No obstante, este crecimiento poblacional también diluye los beneficios individuales, como se refleja en el PIB per cápita. Aunque el país muestra un buen rendimiento en términos absolutos, la riqueza generada se divide entre un mayor número de personas, lo que explica por qué España no destaca en el ranking europeo de crecimiento del PIB per cápita.
Comparación con otros países de la UE
El fenómeno no es exclusivo de España. Otros países europeos como Alemania y Francia también han experimentado aumentos en su población inmigrante, pero estos países han sabido integrar mejor a los nuevos residentes en su economía, reflejándose en datos de productividad y PIB per cápita más sólidos.
En Alemania, la población inmigrante creció un 25% en la última década, pero su PIB per cápita ha superado con creces los niveles prepandemia. Esto se debe, en parte, a políticas de integración más efectivas y a una economía basada en sectores de alto valor añadido. Por el contrario, España sigue enfrentando desafíos en la integración de los inmigrantes en empleos de calidad, lo que limita su impacto en el crecimiento económico per cápita.
El aumento de la población inmigrante ha traído consigo beneficios y retos para España. Por un lado, los inmigrantes han contribuido a mitigar los efectos del envejecimiento de la población y a llenar vacantes laborales en sectores clave como la agricultura, la construcción y los servicios. Según el Banco de España, los inmigrantes representan más del 15% de la fuerza laboral en el país y son fundamentales para sostener sectores con alta demanda de mano de obra.
Sin embargo, esta dependencia de la inmigración para mantener el crecimiento económico plantea cuestiones sobre la sostenibilidad del modelo. España sigue teniendo una tasa de desempleo estructural alta, especialmente entre los jóvenes, y la economía muestra una alta dependencia de sectores de bajo valor añadido. Esto dificulta que el crecimiento económico se traduzca en mejoras significativas del bienestar individual, reflejadas en el PIB per cápita.
¿Qué implican estos datos para el futuro de la economía española?
El hecho de que el crecimiento del PIB total esté impulsado por el aumento de la población y no por un incremento de la productividad plantea dudas sobre la sostenibilidad del modelo económico español.
En un entorno donde el crecimiento de la población puede no ser constante, depender excesivamente de la inmigración para impulsar el PIB podría convertirse en una debilidad.
Para mejorar su posición en el ranking de PIB per cápita y garantizar un crecimiento más equitativo, España debe centrarse en aumentar la productividad, fomentar la innovación y mejorar la calidad del empleo. Esto implica no solo integrar mejor a los inmigrantes en el mercado laboral, sino también invertir en educación, tecnología y sectores de alto valor añadido.
Aunque el gobierno español puede destacar los buenos datos de crecimiento del PIB total, el análisis detallado revela que este crecimiento tiene "truco”. La economía española depende en gran medida del aumento poblacional para sostener su crecimiento.