La transición energética va a ser más lenta de lo que pensábamos. En 2050 no somos carbón neutral ni de coña

La transición energética va a ser más lenta de lo que pensábamos. En 2050 no somos carbón neutral ni de coña
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La gran mayoría de los países del mundo acordaron alcanzar la neutralidad de carbono antes de 2050. El objetivo no es otro que generar menos carbono del que puede ser retirado, reduciendo las emisiones de CO2 y capturarlas para su almacenamiento. Es cierto que la temperatura media de la Tierra es hoy 1,1 grados más elevada que antes de la Revolución Industrial y que la emisión de gases de efecto invernadero afecta directamente al cambio climático. Pero, ¿se está haciendo lo suficiente por revertir la situación?

El Acuerdo de París fijó las claves para conseguir el objetivo, siguiendo las recomendaciones del IPCC. Para alcanzar la huella de carbono cero, se precisa de un esfuerzo colectivo, aunque los países desarrollados afrontan una fecha a largo plazo, 2050, en lugar de trabajar por un objetivo inmediato.

Un proyecto con fisuras

Desde 2021 entró en vigor en la UE la Ley Climática que pretende convertir a Europa en la primera región del mundo en lograr la neutralidad climática en 2050. Para ello, los países del bloque deberían, al menos, reducir sus emisiones en un 55% para 2030.

Un análisis reciente elaborado por el Observatorio Europeo de Neutralidad Climática (ECNO), determina que las metas no son lo suficientemente precisas ni completas y que la brecha que existe va en aumento.

Tensiones por los precios

La Comisión Europea se marcó, como propósito, reducir las emisiones de GEI en un 90% hasta 2040. Solo así se alcanzaría la neutralidad climática a mitad de siglo. Alcanzado el ecuador del año 2024, parece casi imposible alcanzar el objetivo de 2030. Falta velocidad en términos de implementación y un mayor detalle en los planes.

El conjunto de los países ha echado sus cuentas. Alcanzar la neutralidad de carbono en 2050 requiere de más financiación. Y es que se precisa de una inversión anual de 2 billones de dólares, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI). Unas cifras que se alejan, cuanto menos, de los 400.000 millones anuales que están presupuestados, hasta la fecha, para los próximos años.

Las tensiones por los precios aumentan. Y es que de esos 2 billones que se proyectan y se precisan, la gran mayoría deben canalizarse hacia el sector energético. Esto implica que se tengan que quintuplicar en los próximos seis años los 400.000 millones de dólares en inversiones climáticas.

Parece que la única fórmula de eficiencia es recurrir al sector privado. Éste debería financiar el 80% de las inversiones necesarias, incluso al 90%. Y es que la realidad es que los estados emergentes y en desarrollo no van a poder cubrir sus inversiones, a menos que eleven sus ya altos niveles de deuda una media entre el 45% al 50%. Merece la pena recordar que el sector privado representa únicamente el 40% de las inversiones, de ahí la necesidad de duplicar esfuerzos.

Si se quiere conseguir el objetivo de la neutralidad de carbono en 2050, a día de hoy imposible, habrá que apostar por la privatización. Es cierto que países como China e India cuentan con recursos financieros suficientes para combatir el cambio climático y reducir las emisiones de CO2.

No obstante, otras naciones no poseen los recursos necesarios y tienen más dificultades para atraer inversión extranjera. Esto es debido a su baja calificación crediticia, la cual no aporta confianza a la hora de atraer a capital privado que apueste por sus economías. Es un riesgo excesivamente alto que no cualquier inversor está dispuesto a asumir sin garantías.

Los fondos de inversión dan prioridad a la sostenibilidad. El objetivo de neutralidad de carbono en 2050 pasa por clausurar las centrales eléctricas de carbón, responsables del 20% de las emisiones, aproximadamente. Otra opción sería reconvertirlas en fuentes de energía renovables, aunque también precisaría tanto de ayudas públicas como de mayor inversión privada.

Todo pasa por configurar políticas capaces de crear entornos que atraigan inversión y movilizar el financiamiento climático privado. También será fundamental establecer impuestos al carbono.

Los vacíos energéticos de la UE

Alcanzar el objetivo de carbón neutral en 2050 es una quimera. La transición energética será más lenta. Si se parte de la importancia del hidrógeno, hay que tener en consideración que es un elemento que no suele encontrarse aislado en la naturaleza, sino que se obtiene al descomponer otras sustancias, como el agua. Para que sea una fuente renovable, hay que extraerlo del gas, que es un combustible fósil muy contaminante.

Con respecto a la bioenergía, se desconocen cuáles serán las fuentes energéticas. Un vacío de información que podría derivar en un aumento de la deforestación. Con respecto a la captura de dióxido de carbono, faltan detalles y planificaciones de calidad. Se habla de que capturar el CO2 antes de que llegue a contaminar a la atmósfera, pero la realidad es que no se han ejecutado estos planes a gran escala todavía.

Fotos | Getty Images 1, Gov.si

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