Se viene la gran solución al problema de vivienda de los millenials: la herencia por la muerte de los boomers

Se viene la gran solución al problema de vivienda de los millenials: la herencia por la muerte de los boomers
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A la dura realidad que viven millones de jóvenes en España actualmente, con los precios de la vivienda disparados, contratos precarios y la inflación tan elevada, se le suma una aún más dolorosa: los millenials solo podrán acceder a una vivienda en el momento más triste de sus vidas.

Los datos demuestran que la situación económica que sufren los jóvenes en nuestro país no es para nada halagüeña ni invita al optimismo. Solo cuando sus padres fallezcan (la generación ‘boomer’ que ahora inicia su proceso de jubilación), los millenials podrán heredar la casa y convertirse en dueños de una propiedad.

Esta es la realidad y a la par la única solución que enfrentan los jóvenes españoles. Estamos ante una de las generaciones mejor preparadas de la historia, pero a la par, con mayor índice de pobreza. La gran mayoría no logra salir del hogar familiar y el que lo hace, es compartiendo piso y en régimen de alquiler. Pues la elevada inflación y la tensión del mercado inmobiliario no les dejan otra salida.

Un horizonte incierto y basado en la dependencia

La pérdida de sus seres queridos les permitirá tener una propiedad o acceder a la entrada de una hipoteca. Esa es la sociedad que queda, la que para sobrevivir y ejercer sus derechos básicos, depende de sus progenitores. Solo hay que analizar los datos de la última Encuesta Financiera de las Familias (correspondiente al año 2022) elaborada por el Banco de España.

El porcentaje de hogares con propietarios jóvenes demuestra una caída de 37 puntos desde el año 2011, lo que supone pasar del 69,3% al 31,8%. Un descenso que se acentúa especialmente entre los jóvenes, pues si se mira al detalle el total de la población, la caída llegó apena a algo más de 10 puntos.

El hecho de que los jóvenes no estén acumulando riqueza durante sus años de mayor productividad, tal y como hicieron sus padres de la generación boomers, hace que el futuro de las próximas generaciones sea muy oscuro, incierto y caracterizado por la más absoluta vulnerabilidad.

La riqueza en los hogares con un cabeza de familia menor de 35 años ha descendido de los 27.000 euros anuales a los 20.000 euros anuales. El porcentaje de hogares que eran propietarios de su vivienda principal continuó descendiendo, pasando del 73,9% al 72,1%.

Precisamente, a medida que aumenta la renta y la edad, la tasa crece. Se produce especialmente en aquellos hogares en los que el cabeza de familia tiene más de 74 años. Lo que se traduce en que el único futuro y alternativa viable que les queda a los jóvenes millenials para poder acceder a una vivienda o a una hipoteca es esperar a la herencia de sus abuelos y padres.

Un cambio de tendencia

La vivienda ha sido, durante décadas, el lugar en el que las clases medias y bajas han depositado todos sus ahorros. De hecho, en los años 80-90 el boom inmobiliario fue notable, incluso en la cobra de segundas viviendas. De ahí la obsesión de los boomers, que ahora llegan a su edad de jubilación, de que sus hijos puedan recibir una vivienda como herencia. Pues la vivienda sigue siendo considerada un activo fijo de valor.

En el último Índice de Capacidades Económicas 2018-2023, elaborado por el Centro Reina Sofía de la fundación Fad Juventud, se recoge un dato revelador: uno de cada cuatro jóvenes en España se encuentra en riesgo de pobreza y de exclusión social. Pese a tener un empleo, la precariedad de los salarios lleva a los millenials a una situación realmente alarmante y que dista mucho de lo que vivieron sus padres. De ahí que solo puedan conseguir un ‘colchón financiero’ en el momento de recibir sus herencias.

Generaciones con datos contradictorios

En 2023, los jóvenes en riesgo de pobreza y exclusión alcanzaron el 27,3 por ciento, y aquellos que tenían una alta capacidad de ahorro experimentaron un acusado desplome de 8 puntos porcentuales desde 2021. Hoy en día, ni tan siquiera un tercio de los jóvenes dispone de una vivienda propia. Hace una década, esa cifra estaba en el 60%.

Situación bien distinta es la de sus progenitores, de 55 años o más. Éstos acumulan en su patrimonio viviendas en propiedad de manera unánime, especialmente entre quienes se van acercando a la edad de jubilación o se encuentran plenamente retirados. En estos casos, el porcentaje de propiedad de viviendas supera ampliamente el 80%.

La realidad no invita al optimismo. Jóvenes veinteañeros que ven cada vez más lejos su acceso a la vivienda, salvo un milagro (o una desgracia, en este caso). El acceso a la primera vivienda se ha retrasado notablemente hasta los 40 o 45 años.

Pese al estado de estrés y ansiedad que sufren los millenials para poder independizarse, la otra cara de la moneda es que viven en ciertos años de su vida con cierta seguridad y tranquilidad, sabiendo que podrán estudiar durante más tiempo, ya que recibirán el apoyo económico familiar sin perjuicio sobre su herencia futura.

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